Ayuda para los campos misioneros
Siento una gran preocupación acerca de los campos misioneros
necesitados. En las misiones cercanas hay una obra que debe hacerse
agresivamente; y existe una gran necesidad de recursos financieros
para promover la obra en los campos misioneros. Nuestras misiones
en el extranjero están languideciendo. No estamos sosteniendo a
los misioneros en la forma como Dios requiere. Los obreros están
incapacitados para entrar en nuevos campos porque carecen de los
fondos necesarios.
Existen a nuestro alrededor almas que perecen en sus pecados.
Miles y miles de personas mueren anualmente sin Dios y sin esperan-
za de vida eterna. Las plagas y los juicios de Dios están realizando
su obra, y hay almas que perecerán porque nadie ha iluminado su
camino con la luz de la verdad. Sin embargo, ¡cuán poco se preocu-
pan por la condición de sus semejantes! El mundo está pereciendo
en medio de su aflicción. Pero esto escasamente conmueve aun a
los que afirman creer la verdad más importante y extensa que los
mortales hayan recibido. Dios requiere que su pueblo sea su mano
ayudadora para alcanzar a los que perecen, pero muchos se confor-
man con no hacer nada. Falta ese amor que indujo a Cristo a dejar
su hogar celestial y asumir la naturaleza humana, para que la huma-
nidad pudiera tocar a la humanidad y conducir la humanidad hacia
la divinidad. Existe un estupor y una parálisis que han sobrecogido
al pueblo de Dios y le impiden comprender lo que se necesita para
este tiempo.
El pueblo de Dios está siendo observado por el universo celestial;
pero la escasez de sus donativos y ofrendas, y la debilidad de sus
esfuerzos en el servicio divino los delatan como infieles. Si lo poco
que ahora se logra, fuera lo mejor que ellos pueden hacer, no estarían
bajo condenación; pero ellos podrían hacer mucho mejor con sus
recursos. Ellos saben, y también el mundo lo sabe, que han perdido
en gran medida el espíritu de abnegación que induce a cada uno a
llevar su cruz.
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