Página 424 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
Los ángeles se interesan en el bienestar espiritual de todos lo
que procuran restaurar la imagen moral de Dios en el hombre; y la
familia terrenal debe unirse a la familia celestial en la obra de vendar
las heridas y laceraciones que ha causado el pecado. Los emisarios
angélicos, aunque invisibles, cooperan con los agentes humanos
visibles, y forman una alianza de socorro con los hombres. Los
mismos ángeles que, cuando Satanás estaba buscando la supremacía,
pelearon en las cortes celestiales y triunfaron del lado de Dios.
Los mismos ángeles que prorrumpieron en exclamaciones de gozo
cuando nuestro mundo fue creado y sus habitantes sin pecado; los
ángeles que presenciaron la caída del hombre y su expulsión del
hogar edénico, estos mismos mensajeros celestiales se interesan
supremamente en trabajar, en unión con la raza caída y redimida,
por la salvación de los seres humanos que perecen en sus pecados.
Los agentes humanos son las manos de los instrumentos celes-
tiales; porque los ángeles celestiales emplean manos humanas en el
ministerio práctico. Los agentes humanos como manos ayudadoras
deben poner en práctica el conocimiento de los seres celestiales y
usar sus habilidades. Al unirnos con estos poderes que son omnipo-
tentes, nos beneficiamos con su educación y experiencia superiores.
De ese modo, al llegar a ser partícipes de la naturaleza divina y
desterrar el egoísmo de nuestras vidas, se nos conceden talentos
especiales para ayudarnos mutuamente. Este es el camino del cielo
para administrar el poder salvador.
¿No hay algo estimulante e inspirador en este pensamiento: que
el agente humano está como el instrumento visible para conferir las
bendiciones de las entidades angélicas? Al ser así obreros juntamente
con Dios, el trabajo lleva la estampa de lo divino. El conocimiento y
la actividad de los obreros celestiales, unidos al conocimiento y el
poder que se imparten a las agencias humanas, proporcionan alivio a
los oprimidos y afligidos. Nuestros actos de ministerio desinteresado
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nos hacen partícipes en el éxito que se deriva del alivio ofrecido.
¡Con qué gozo contempla el cielo estas influencias combinadas!
Todo el cielo observa esos agentes que son como la mano para llevar
a cabo el propósito de Dios en la tierra, cumpliendo así la voluntad
de Dios en el cielo. Tal cooperación realiza un trabajo que trae honor
y gloria y majestad a Dios. ¡Oh, si todos amaran como Cristo amó,