Página 428 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
Puesto que hay una simpatía definida entre el cielo y la tierra, y
puesto que Dios comisiona a los ángeles para que ministren a todos
los que necesiten ayuda, sabemos que si hacemos nuestra parte, estos
representantes celestiales de poder omnipotente ayudarán en este
tiempo de necesidad. Si llegamos a ser uno, en mente y corazón, con
las inteligencias celestiales; podemos ser empleados por ellos. Dios
impresionará a hombres a quienes ha confiado aptitudes y recursos
materiales para que asuman el peso de la responsabilidad, y ayuden
a nuestros hermanos escandinavos.
La causa de Dios en Europa no debe convertirse en una piedra de
tropiezo ni en una roca molesta para los incrédulos. Las instituciones
no han de cerrarse ni entregarse a los mundanos. Que los siervos del
Señor en Europa hagan todo esfuerzo posible para recuperar lo que
se ha perdido, y el Señor trabajará con ellos. Y yo pido a nuestro
pueblo en los Estados Unidos que coopere con sus hermanos en
Europa. Si todos hacen su parte en el gran plan divino, el propósito
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de Dios se cumplirá. La dificultad pronto quedará en el pasado y no
hostigará más a la causa de Dios.
Que ninguna mano sea negligente o impotente. Ustedes tienen la
seguridad de que los ángeles cuyo hogar se encuentra en el pabellón
del Eterno, y que ven la gloria de Dios, son sus ayudantes. ¿Coope-
rarán con ellos en afirmar cada institución que sirve a Dios bajo la
supervisión del ministerio angélico?
¿Quién puede comprender el valor de las almas por cuya sal-
vación su Príncipe, su Rey, el Hijo del Dios infinito, dio su vida
inmaculada para sufrir una muerte vergonzosa? Si todos entendieran
esto como debieran, ¡qué obra se cumpliría! Mediante la operación
del Espíritu, ellos, por su influencia, sus palabras y recursos, guiarán
a muchas almas para escapar de la cadena de las tinieblas y de las
maquinaciones infernales de Satanás, para ser lavadas de sus peca-
dos en la sangre del Cordero. ¡Oh, permitamos que la obra redentora
llegue más y más a lo profundo! Los ángeles del cielo se regocijan
al ver pecadores que se arrepienten y se convierten al Dios viviente.
* * * * *
Si refrenamos las expresiones de incredulidad, y mediante pala-
bras de esperanza y acciones rápidas, fortalecemos nuestra propia fe