Página 430 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Nuestro sanatorio en Dinamarca
En Skodsborg, un suburbio de Copenhague, Dinamarca, nuestros
hermanos han establecido un sanatorio. Avanzaron con optimismo
en este asunto, bajo la convicción de que estaban haciendo preci-
samente la obra que Dios le había ordenado a su pueblo. Pero por
lo general nuestros hermanos no se han interesado como debieran
en el establecimiento de sanatorios en los países europeos; y nues-
tros queridos hermanos, que ya tienen en marcha el Sanatorio de
Skodsborg, han avanzado más rápido de lo que permitían los medios
disponibles, y ahora están en dificultades y apuros.
Estoy sumamente preocupada por las dificultades y peligros
que rodean a nuestras instituciones en Escandinavia. Me siento
impresionada a apelar a nuestro pueblo, no sólo en favor de la casa
publicadora de Cristianía, sino también por el sanatorio danés. Se
me ha representado al enemigo como esperando ansiosamente una
oportunidad para destruir estas instituciones, las cuales son agencias
de Dios, usadas para la redención de la humanidad. ¿Se satisfará
el deseo de Satanás? ¿Permitiremos que estas instituciones sean
arrebatadas de nuestras manos y que se detenga su obra benéfica
porque nuestros hermanos han cometido errores; y los dejaremos
solos para que soporten las consecuencias de sus errores? ¿Es esta
la manera en que Cristo nos ha tratado?
Cuando alguien, abrumado por una pesada carga, está al pie de
un camino empinado de difícil acceso, rodeado por el desaliento y
en necesidad de ayudantes fuertes y animosos, a menudo se pierde
mucho tiempo en críticas, regaños y preocupaciones. Pero esto no
mueve la carga. Aquellos sobre quienes recae más pesadamente
la presión no necesitan o merecen la censura. Esta podría recaer
más apropiadamente sobre los que debieran haber compartido la
carga antes. Pero aun entonces la censura podría ser inapropiada y
ciertamente sería inútil. Nuestro primer pensamiento debiera ser:
¿Cómo podemos ayudar a levantar la carga? El tiempo es precioso.
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Hay demasiado en juego para correr el riesgo de demorarse.
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