Página 431 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Nuestro sanatorio en Dinamarca
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Sería injusto acusar a los administradores del Sanatorio de Skods-
borg de tener ambiciones mundanales y un deseo de glorificarse. Al
ampliar la obra estaban buscando la gloria de Dios, y se ha hecho un
trabajo de largo alcance para bien. Pero han errado al hacer inversio-
nes más allá de sus medios y así se han puesto bajo el cautiverio de
la deuda. Debido a esto, el futuro de la institución y el honor de la
causa están en peligro. Ahora, en vez de aumentar las dificultades de
la situación, ¿no encararemos valientemente el trabajo de cancelar
la deuda?
Me siento impulsada por el Espíritu de Dios a dar una voz de
alarma. ¡Oh, qué espectáculo sería para los ángeles ver las institu-
ciones establecidas para demostrar y promulgar los principios de la
reforma y de la vida cristiana, que pasan de las manos de aquellos
que pueden usarlas en la obra de Dios, a las manos del mundo!
Hermanos, es tiempo que mostremos nuestro interés en favor de
estas instituciones en Europa que ahora están sufriendo por falta
de ayuda. Como Cristo nos trata a nosotros, así debemos tratar a
nuestros hermanos que están en dificultad.
Los tesoros del Señor están a la mano y se nos han confiado
precisamente para emergencias semejantes. Que nuestro pueblo que
ama a Dios y su causa acuda para ayudar a sus instituciones en
peligro. Nuestros hermanos americanos debieran unirse para prestar
auxilio. Debiera animarse en forma especial a nuestros hermanos
escandinavos que viven en Estados Unidos para que entren decidi-
damente en acción. Y nuestros hermanos en Dinamarca, Noruega
y Suecia debieran entender que ahora es el tiempo cuando deben
presentarse a fin de ayudar al Señor. Que todos los que confían en
Dios y creen en su Palabra estudien diligentemente para compren-
der sus privilegios, sus responsabilidades y su deber en este asunto.
Si fracasamos ahora en hacer nuestro trabajo como la mano ayu-
dadora de Dios auxiliando a la casa publicadora y al sanatorio de
Escandinavia, perderemos una gran bendición.
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¿Quiénes se colocarán ahora del lado del Señor? ¿Quiénes serán
su mano ayudadora, y levantarán la carga de todo corazón? ¿Quiénes
animarán a los oprimidos para que confíen en el Señor? ¿Quiénes
manifestarán esa fe que no fallará ni vacilará, sino que impulsará
hacia la victoria? ¿Quiénes se esforzarán ahora para fortalecer lo
que Satanás procura destruir, una obra que debiera avanzar vigoro-