Página 447 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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El derecho de la redención
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recibido de tu mano te damos.” Dios perdone a su pueblo por no
haber obrado así.
Hermanos y hermanas, he tratado de presentaros las cosas tal
como son; pero mi intento queda muy lejos de la realidad. ¿Rechaza-
réis mi súplica? No soy yo la que os suplico; es el Señor Jesús, quien
dio su vida por el mundo. No he hecho sino obedecer la voluntad y
el requerimiento de Dios. ¿Aprovecharéis la oportunidad de honrar
la obra de Dios y respetar a los siervos a quienes envió a hacer su
voluntad y a guiar las almas al cielo?
“Pero esto digo: El que siembra escasamente, también segará es-
casamente; y el que siembra generosamente, generosamente también
segará. Cada uno dé como propuso en su corazón: no con tristeza, o
por necesidad; porque Dios ama al dador alegre. Y poderoso es Dios
para hacer que abunde en vosotros toda gracia; a fin de que, teniendo
siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda
buena obra: como está escrito: Repartió, dio a los pobres; su justicia
permanece para siempre. Y el que da semilla al que siembra, y pan
al que come, proveerá y multiplicará vuestra sementera, y aumentará
los frutos de vuestra justicia; para que estéis enriquecidos en todo
para toda liberalidad, la cual produce por medio de nosotros acción
de gracias a Dios. Porque la suministración de este servicio, no sola-
mente suple lo que a los santos falta, sino que también abunda en
muchas acciones de gracias a Dios; pues por la experiencia de esta
suministración glorifican a Dios por la obediencia que profesáis al
evangelio de Cristo, y por la liberalidad de vuestra contribución para
ellos y para todos; asimismo por la oración de ellos por vosotros, a
quienes a causa de la superabundante gracia de Dios en vosotros.
¡Gracias a Dios por su don inefable!”
2 Corintios 9:6-15
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