Página 96 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 6 (2004)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 6
Dios tienen el deber de presentar a estas almas el privilegio de su
alta vocación en Cristo Jesús.
Administración del bautismo
Cuando sea posible, adminístrese el bautismo en un lago, o en un
arroyo de agua corriente. Désele a la ocasión toda la importancia que
se le pueda impartir. Los ángeles de Dios están siempre presentes en
un servicio tal.
El que administra el rito del bautismo debe tratar de que esta
ocasión ejerza una influencia solemne y sagrada sobre todos los
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espectadores. Cada rito de la iglesia debe ser dirigido de manera que
su influencia sea elevadora. Nada debe hacerse en forma común o
despreciable, ni ponerse al nivel de las cosas comunes. Es necesa-
rio enseñar a nuestras iglesias a tener mayor respeto y reverencia
por el sagrado servicio de Dios. Mientras los predicadores dirigen
los servicios relacionados con el culto de Dios, están educando y
preparando a la gente. Los pequeños actos que educan, preparan y
disciplinan el alma para la eternidad son de vastas consecuencias
para elevar y santificar a la Iglesia.
En toda iglesia debe haber batas bautismales para los candidatos.
Esto no debe considerarse como un desembolso innecesario. Es
una de las cosas requeridas para acatar la orden: “Pero hágase todo
decentemente y con orden”.
1 Corintios 14:40
.
No es bueno que una iglesia dependa de batas prestadas por otra.
Con frecuencia, cuando se necesitan no se los puede encontrar, por
no haberlos devuelto alguien que los pidió prestados. Cada iglesia
debe proveer al respecto para sus propias necesidades. Debe crearse
un fondo con este fin. Si toda la iglesia participa en el gasto, no
resultará una carga pesada.
Las batas bautismales deben ser hechos de una tela apropiada,
de algún color oscuro que el agua no dañe, y llevar pesas en la parte
inferior. Deben ser vestiduras limpias, de buen corte, y hechas se-
gún un modelo aprobado. No debe intentarse adornarlas ni ponerles
pliegues. Toda ostentación, sea de adorno o de otra clase, está com-
pletamente fuera de lugar. Cuando los candidatos se compenetran de
lo que significa el rito, no desearán adornos personales. Nada debe
haber, sin embargo, que sea desmañado o feo, pues ofendería a Dios.