Página 101 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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No para los que andan en busca del placer
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Somos los siervos de Dios, y debemos trabajar en armonía con él,
realizando su obra a su manera, de tal modo que todos aquellos por
quienes trabajamos puedan comprender que nuestra preocupación
consiste en alcanzar una norma más elevada de santidad. Aquellos
con quienes nos relacionamos han de ver que no sólo hablamos de
abnegación y sacrificio, sino que también damos evidencia de estas
virtudes en nuestras vidas. El ejemplo que les demos debe inspirar a
las personas con quienes nos relacionamos en el trabajo a conocer
más de cerca las cosas de Dios.
Si hemos de incurrir en el gasto de construir sanatorios con el
fin de laborar en favor de la salvación de los enfermos y afligidos,
debemos planear nuestro trabajo de tal manera que las personas a
quienes deseamos ayudar reciban lo que realmente necesitan. Debe-
mos hacer todo lo que podamos por alcanzar la sanidad del cuerpo;
pero debemos hacer de la sanidad del alma un asunto de importancia
mucho mayor. Se debe mostrar el camino de la salvación a los que
llegan como pacientes a nuestro sanatorio, para que puedan arrepen-
tirse y escuchar las palabras: Tus pecados te son perdonados; vete
en paz, y no peques más.
En el Sur de California no se debe llevar a cabo la obra médica
misionera mediante el establecimiento de una institución gigantesca,
que sirva para acomodar y entretener a un grupo licencioso de ama-
dores del placer, que traigan consigo sus propias ideas y prácticas
intemperantes. Una institución tal absorbería el tiempo y los talentos
de muchos obreros que se necesitan en otros lugares. Los esfuerzos
de nuestros hombres capaces deben empeñarse en el establecimiento
y la conducción de sanatorios que funcionen con el propósito de
preparar las mentes para la recepción del Evangelio de Cristo.
El tiempo y las fuerzas de hombres capaces de llevar adelante la
obra del Señor tal como él lo ha indicado, no deben absorberse en
una empresa establecida con el fin de acomodar y entretener a los
buscadores de placeres, cuyo deseo supremo consiste en gratificar el
yo. Sería un peligro para la seguridad de esos obreros conectarlos
con una empresa tal. Mantengamos a nuestros jóvenes y señoritas
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alejados de tales influencias peligrosas. Y si los hermanos se empe-
ñan en el establecimiento de una empresa tal, no harían avanzar la
obra de la salvación de las almas como ellos creen.