El plan de Dios para nuestras casas publicadoras
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po, la verdad resaltaba de sus enseñanzas con certidumbre eterna.
“Arrepentíos, que el reino de los cielos se ha acercado”.
Mateo 3:2
.
Tal era el mensaje de Juan. El mismo mensaje debe ser anunciado
al mundo hoy por las páginas impresas que salen de nuestras casas
editoriales.
La profecía cumplida por la misión del Bautista delinea la tarea
que nos incumbe: “Aparejad el camino del Señor, enderezad sus
veredas”.
vers. 3
. Así como Juan preparó el camino para la primera
venida del Salvador, debemos nosotros preparar el camino para su
segunda venida. Nuestras imprentas deben rehabilitar las pisoteadas
exigencias de la ley de Dios. Frente al mundo, como instrumentos de
reforma, deben mostrar que la ley de Dios es el fundamento de toda
reforma duradera. Deben hacer comprender clara y distintamente la
necesidad de obedecer todos sus mandamientos. Constreñidas por
el amor de Cristo, deben trabajar con él para reedificar las ruinas
antiguas y restaurar los cimientos de muchas generaciones. Deben
reparar los portillos, restaurar las sendas. Por su testimonio, el sábado
del cuarto mandamiento debe ser presentado como un testigo, como
constante recuerdo de Dios, que llame la atención y suscite preguntas
que dirijan la mente de los hombres hacia su Creador.
Nunca os olvidéis que estas instituciones deben cooperar con el
ministerio de los enviados celestiales. Se cuentan entre los medios de
propaganda representados por el ángel que volaba “por en medio del
cielo, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los que moran
en la tierra, y a toda nación y tribu y lengua y pueblo, diciendo en
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alta voz: Temed a Dios, y dadle honra; porque la hora de su juicio
es venida”.
Apocalipsis 14:6-7
.
También es de nuestras casas editoriales de donde ha de salir
la terrible denuncia: “Ha caído, ha caído Babilonia, aquella grande
ciudad, porque ella ha dado a beber a todas las naciones del vino del
furor de su fornicación”.
vers. 8
.
También son representadas por el tercer ángel que los siguió
“diciendo en alta voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y
toma la señal en su frente, o en su mano, éste tambien beberá del
vino de la ira de Dios”.
vers. 9, 10
.
Es también, en gran medida, por medio de nuestras imprentas
como debe cumplirse la obra de aquel otro ángel que baja del cielo
con gran potencia y alumbra la tierra con su gloria.