Página 15 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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Los tiempos del tomo siete
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de publicaciones que se necesitaba. Pero al principio no se podían
tener esos establecimientos ocupados a tiempo completo en trabajos
estrictamente denominacionales. Para mantener las máquinas traba-
jando y para conservar un personal bien entrenado, nuestras casas
publicadoras se vieron obligadas a realizar trabajos comerciales.
Estos variaban desde la producción de papel membretado y formu-
larios de oficina, hasta la publicación de libros encuadernados en
tapa dura. Esta actividad era muy remunerativa y permitía a las edi-
toriales mantener una sólida situación financiera, para satisfacción
de muchos.
Sin embargo, los trabajos comerciales abrieron las puertas a va-
rios problemas. Se aceptó la publicación de manuscritos de carácter
dudoso. Algunos de los escritos contenían serios errores doctrinales
y otros, por diversas razones, eran de carácter decididamente inacep-
tables. Esta situación alcanzó un punto álgido en los tiempos del
tomo 7. Las oficinas de las casas publicadoras recibieron diversos
mensajes del espíritu de profecía que puntualizaban los peligros
de continuar en esa dirección y aconsejaban una reforma. Además,
con el correr de los años y a medida que la obra denominacional
continuaba expandiéndose, debía llegar el tiempo cuando el personal
y las instalaciones de las casas editoras se necesitarían exclusiva-
mente para el trabajo denominacional. Sin embargo, estos mensajes
no dieron fruto sino varios años después, cuando tanto la Review
and Herald como la Pacific Press fueron destruidas totalmente por
incendios. Mientras se realizaban los planes del trabajo que se lleva-
ría a cabo en las nuevas instalaciones, los dirigentes avanzaron por
fe y dedicaron los nuevos edificios y sus equipos exclusivamente a
la publicación de libros y revistas denominacionales. Lo hicieron
a la luz de los consejos contenidos en el tomo 7, que desde enton-
ces han ejercido una influencia modeladora sobre nuestra obra de
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publicaciones alrededor del mundo.
Mientras la Sra. White viajaba de Santa Helena, California, a
Battle Creek, Míchigan, para asistir al Congreso de la Asociación
General de 1901, siguió la ruta del Sur, y se detuvo en Nashville
para inspeccionar la recientemente establecida oficina de publica-
ciones allí, y con el fin de visitar las nuevas escuelas que se habían
levantado en varios lugares. Estas instituciones se habían suscitado
principalmente gracias a los mensajes publicados en las columnas