Página 207 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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Evítense las deudas
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El Señor desea que las personas a quienes ha confiado sus bienes
muestren bondad y liberalidad, no mezquindad. Que en sus transac-
ciones no traten de obtener cada centavo posible de los demás. Dios
observa tales métodos con desprecio.
* * * * *
Los obreros deben recibir una compensación adecuada al número
de horas de trabajo honesto que han dado. El que le dedica tiempo
completo al trabajo debe recibir de acuerdo con ese plan. Si alguno
pone toda su mente, alma y fuerza para sobrellevar las cargas, debe
ser remunerado de acuerdo con su actividad.
* * * * *
A nadie se le debe adjudicar un salario exorbitante, aunque esté
dotado de capacidades y calificaciones especiales. El trabajo rea-
lizado para Dios y su causa no debe ser colocado sobre una base
mercenaria. Los obreros de la casa editora no realizan una labor más
pesada, ni tienen gastos mayores, ni responsabilidades más fuertes
que las que tienen los obreros empleados en otras líneas. El trabajo
de ellos no es más agotador que el de un fiel ministro. Al contra-
rio, por regla general los ministros realizan mayores sacrificios que
los que tienen que hacer los obreros de nuestras instituciones. Los
ministros deben ir adonde se los envía; son soldados, listos a salir
en cualquier momento a enfrentarse con cualquier emergencia. A
menudo están obligados a separarse en gran medida de sus fami-
liares. Por lo general, los obreros de las casas editoras poseen un
hogar permanente y pueden vivir con sus familias. Este hecho les
ahorra muchos gastos y debería tomarse en cuenta cuando se fijan
los escalafones de compensación de los que laboran en el ministerio,
en comparación con los que trabajan en las casas editoras.
Los que se dedican de todo corazón a trabajar en la viña del Señor
obteniendo el mayor provecho de sus capacidades, no deben ser
quienes establezcan los mayores precios por sus propios servicios.
En lugar de hincharse de orgullo y autoimportancia, y de medir con
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exactitud cada hora de servicio, deberían comparar sus esfuerzos
con la obra del Salvador y considerarse a sí mismos como siervos
inútiles.