Página 210 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 7
exige algún sacrificio de parte de todos, ¿cómo recibimos las insi-
nuaciones de Satanás de que nos esperan momentos extremadamente
penosos? Si escuchamos lo que él nos sugiere, perderemos nuestra
confianza en Dios. En un tiempo tal, debemos recordar que Dios
cuida siempre de sus instituciones. Debemos considerar la obra que
realizó y las reformas que hizo. Debemos juntar las pruebas de las
bendiciones del cielo, las bendiciones ya recibidas de lo alto, y decir:
“Señor, creemos en ti. La casa editorial te pertenece, y no queremos
faltar ni dejarnos desanimar. Tú nos has honrado poniéndonos en
relación con tu institución; permaneceremos en tu camino para hacer
justicia y juicio; haremos nuestra parte resueltos a permanecer leales
a tu obra”.
* * * * *
Si nos falta fe en el punto en que nos encontramos cuando se
presentan las dificultades, nos faltará la fe dondequiera que estemos.
* * * * *
Lo que más necesitamos es fe en Dios. Cuando miramos el lado
oscuro de las cosas, perdemos nuestro punto de apoyo en el Señor
Dios de Israel. Cuando abrimos nuestros corazones al temor, la senda
del progreso queda obstruida por la incredulidad. No abriguemos
nunca el sentimiento de que Dios ha abandonado su obra.
No habrá que hablar tanto sin fe, ni imaginar que éste o aquél
estorba la marcha. Id adelante con fe. Confiad en que el Señor
abrirá camino delante de su obra. Entonces hallaréis reposo en
Cristo. Si cultiváis la fe, si os ponéis en relaciones normales con
Dios, y por oraciones fervientes os identificáis con vuestro deber,
seréis usados por el Espíritu Santo. Los numerosos problemas que
hoy parecen sin solución, podréis resolverlos por vuestra propia
cuenta confiando de continuo en Dios. No es necesario que estéis
en dolorosa incertidumbre, pues vivís bajo la dirección del Espíritu
Santo. Podéis andar y trabajar con confianza.
Debemos tener menos fe en lo que podemos hacer, y más fe en
lo que el Señor puede hacer por nosotros, si queremos tener manos
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limpias y corazones puros. No es vuestro el trabajo que realizáis; es
de Dios.