Página 221 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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Las necesidades del sur
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debería inspirarnos a realizar esfuerzos fervientes y abnegados para
el bien de los demás. El vino a este mundo como el servidor incan-
sable de las necesidades del hombre. En todo lo que hacía y decía
manifestaba amor por la raza perdida. Vistió su divinidad con la
humanidad para poder identificarse con los seres humanos como uno
de ellos, y compartir su pobreza y sus tristezas. ¡Cuán ocupada fue
su vida! Se lo podía ver entrar día tras día en las moradas humildes
donde había necesidad y dolor, impartiendo palabras de esperanza
al desalentado y de paz al afligido. Esta es la tarea que espera que su
pueblo realice hoy. Humilde, benigno, tierno y compasivo, anduvo
haciendo bienes, animando al deprimido y reconfortando al acongo-
jado. Al acudir a él nadie salió sin haber sido ayudado. A todos trajo
esperanza y alegría. Llevaba una bendición por dondequiera que iba.
Necesitamos humillarnos delante de Dios porque tan pocos de
los miembros de su iglesia realizan esfuerzos que pudieran compa-
rarse en lo más mínimo con los esfuerzos que el Señor desearía que
hicieran. Las oportunidades que nos ha dado, las promesas que nos
ha hecho, los privilegios que ha derramado sobre nosotros, deberían
inspirarnos con un celo y una devoción mucho mayores. Cada per-
sona que se agrega a la iglesia debería transformarse en una agencia
más para llevar a cabo el plan de redención. Debería dedicarse cada
facultad del pueblo de Dios para traerle muchos hijos e hijas al
Señor. No debería existir nada de indiferencia ni egoísmo en nuestro
servicio. El menor abandono de la abnegación, cualquier relajación
del esfuerzo ferviente, significa poder entregado al enemigo.
Una apelación en favor de la raza de color
La proclamación emancipadora de los esclavos de los estados
del Sur abrió algunas puertas por las cuales deberían haber entrado
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los obreros cristianos para relatar la historia del amor de Dios. En
este campo había preciosas joyas que los obreros del Señor deberían
haber buscado como a tesoro escondido. Pero aunque la gente de
color ha sido libertada de la esclavitud política, hay muchos de ellos
que todavía son esclavos de la ignorancia y el pecado. Muchos se
encuentran terriblemente degradados. ¿No ha de llegar a ellos ningún
mensaje de amonestación? Si aquellos a quienes Dios ha concedido
gran luz y muchas oportunidades hubieran realizado el trabajo como