Las necesidades del sur
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En una visión nocturna de hace algún tiempo me parecía estar
en una reunión donde se discutía el trabajo en los estados del Sur.
Un grupo de personas de color inteligentes preguntaba: “¿No tiene
Dios un mensaje para la gente de color del Sur? ¿Acaso no tienen
ellos un alma que salvar? ¿No los abarca a ellos también el nuevo
pacto? Si el Señor regresa pronto, ¿no es tiempo de que hagamos
algo por los campos del Sur?
“No cuestionamos la necesidad de las misiones en las tierras
extranjeras -se dijo-. Pero sí ponemos en tela de juicio el derecho que
tengan los que pretenden poseer la verdad presente de pasar por alto
a millones de seres humanos en su propio país, muchos de los cuales
son tan ignorantes como los paganos. ¿Por qué se hace tan poco
en favor de la raza de color en el Sur, donde hay tanta ignorancia
y destitución, y una necesidad tan grande de que se les enseñe que
Cristo es el Creador y Redentor? ¿Cómo creerán en Aquel de quien
no han oído? ¿Cómo podrán oír sin un predicador? ¿Y cómo podrá
nadie predicar a menos que sea enviado?
“Ponemos estos asuntos delante de los que profesan creer la
verdad para este tiempo. ¿Qué están haciendo ustedes en favor de
la raza de color falta de instrucción? ¿Por qué no tienen un sentido
más profundo de las necesidades de los campos del Sur? ¿Acaso
no descansa sobre los ministros del Evangelio la responsabilidad
de poner en operación un programa educativo para este pueblo?
¿No nos lo enseña, acaso, la comisión del Salvador? ¿Es correcto
que los cristianos profesos se mantengan apartados de esta obra,
permitiendo que sólo algunos lleven la carga? Entre todos sus planes
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de trabajo médico misionero y de obra misionera extranjera, ¿no les
ha dado Dios un mensaje para nosotros?”
Entonces se puso de pie Uno que tiene autoridad, y requirió de
todos que prestasen atención a las instrucciones que el Señor ha
dado con referencia a la obra en el Sur. Les dijo: “Se debería realizar
mucha obra evangelística en el Sur. Debería haber cien obreros
donde actualmente hay sólo uno.
“Que el pueblo de Dios despierte. ¿Piensan ustedes que el Señor
ha de bendecir a quienes no sienten ninguna responsabilidad por esta
tarea, y que permiten que se bloquee el camino de su progreso?”
Una profunda emoción se manifestó cuando se escucharon estas
palabras. Algunos se ofrecieron como misioneros, mientras que otros