Página 226 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 7
obrará a través de ellos, aunque no se trate de personas elocuentes
ni altamente educadas. Hermanos y hermanas míos, elaboren planes
sabios de trabajo y avancen confiados en el Señor. No abriguen
el sentimiento de su propia capacidad y previsión. Comiencen y
continúen con humildad. Sean una demostración viviente de la ver-
dad. Hagan de la Palabra de Dios su consejera. Entonces la verdad
avanzará con poder y las almas se convertirán.
Que algunas familias de observadores del sábado se establezcan
en el Sur y vivan la verdad delante de los que no la conocen. Estas
familias pueden ayudarse unas a otras, pero cuiden de no hacer nada
que estorbe su misión. Presten un servicio cristiano desinteresado,
alimentando al hambriento y vistiendo al desnudo. Esto ejercerá una
influencia mucho mayor para el bien que la predicación de sermones.
Se necesitan acciones de solidaridad, además de palabras. Cristo
precedió sus mensajes con actos de amor y benevolencia. Que estos
obreros vayan de casa en casa para ayudar donde se necesita ayuda,
y a medida que se ofrezca la oportunidad, para relatar la historia
de la cruz. Cristo debe ser su libro de texto. No necesitan hablar
de temas doctrinales; presenten más bien la obra y el sacrificio de
Cristo. Que sus vidas pongan en alto su justicia y revelen su pureza.
El verdadero misionero debe estar armado con la mente de Cristo.
Su corazón debe estar henchido de un amor como el suyo; y debe
mantenerse verdadero y leal a los principios.
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Se deberían establecer escuelas en muchos lugares y los que
tengan el corazón lleno de ternura y simpatía y que, como el Sal-
vador, sientan compasión por la miseria y el sufrimiento, deberían
dedicarse a la enseñanza de viejos y jóvenes. Enséñese la Palabra
de Dios de tal manera que pueda ser comprendida. Anímese a los
alumnos a estudiar las lecciones de Cristo. Esto contribuirá más que
ningún otro estudio a expandir la mente y fortalecer el intelecto.
Nada concede más vigor a los poderes mentales que el contacto con
la Palabra de Dios.
Los campos de algodón no constituyen el único medio por el cual
la gente de color puede ganarse la vida. Se les debe enseñar cómo
preparar el terreno, cómo cultivar diversos productos agrícolas, cómo
plantar y cuidar una chacra. Se deben realizar esmerados esfuerzos
con el fin de desarrollar sus capacidades. De este modo se despertará