Página 240 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 7
esfuerzos de levantar a las almas muertas en sus transgresiones y
pecados”.
Una fe inmutable y un amor generoso vencerán las dificultades
que se levanten en la senda del deber para estorbar la lucha agresiva.
A medida que las personas inspiradas por esta clase de fe avancen
en la tarea de salvar almas, correrán y no se cansarán, caminarán y
no se fatigarán.
Yo les aseguro que si ustedes trabajan de acuerdo con linea-
mientos correctos, Dios hará que sus enemigos se pongan en paz
con ustedes. Y él los sostendrá y los fortalecerá. Hagan un pacto
con Dios para que puedan guardar bien sus palabras. “Si alguno no
ofende en palabra, este es varón perfecto, capaz también de refrenar
todo el cuerpo”.
Santiago 3:2
. Recuerden que un lenguaje vengativo
nunca lo hace sentir a uno como que ha ganado una victoria. Permi-
tan que Cristo hable a través de sus labios. No pierdan la bendición
que proviene de no pensar el mal.
Recordemos que la oración es la fuente de nuestra fuerza. Un
obrero no puede tener éxito mientras repite apresuradamente sus ora-
ciones, para precipitarse luego a atender algo que teme pueda quedar
descuidado u olvidado. Dedica solamente unos pocos pensamientos
apresurados a Dios, no toma tiempo para meditar, orar y aguardar
del Señor una renovación de la fuerza física y espiritual. Pronto se
cansa. No siente la influencia elevadora e inspiradora del Espíritu de
Dios. No queda vigorizado por una vida nueva. Su cuerpo y cerebro
cansados no son aquietados por el contacto personal con Cristo.
“Aguarda a Jehová; esfuérzate, y aliéntese tu corazón: sí, espera
a Jehová”. “Bueno es esperar en silencio la salvación de Jehová”
Salmos 27:14
;
Lamentaciones 3:26
. Hay quienes trabajan todo el
día y hasta tarde en la noche para hacer lo que les parece que debe
ser hecho. El Señor mira con lástima a estos cansados portadores
de cargas y les dice: “Venid a mí... y yo os haré descansar”.
Mateo
11:28
.
Los obreros de Dios se encontrarán con incomodidad, confusión
y cansancio. A veces, inseguros y distraídos, casi caen en la desespe-
ración. Cuando les sobreviene esta nerviosidad inquieta, recuerden
la invitación de Cristo: “Venid vosotros aparte... y descansad un po-
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co”.
Mateo 6:31
. El Salvador “da esfuerzo al cansado, y multiplica
las fuerzas al que no tiene ningunas”.
Isaías 40:29
.