Página 247 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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Los ministros y los negocios
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superiores; hombres y mujeres que examinen las necesidades de
la obra paciente y cabalmente en los diversos campos; personas
que posean una gran capacidad de trabajo; dotadas de corazones
bondadosos y acogedoras, de cabeza serena, cabales, y de juicio
imparcial; que se hallen santificadas por el Espíritu de Dios y puedan
decir intrépidamente “No”, o “Sí” y “Amén”, a las propuestas que
escuchen; que sean de condiciones firmes, discernimiento claro,
y corazones puros y llenos de simpatía; personas que pongan en
práctica las palabras: “Todos ustedes son hermanos”; que luchen por
elevar y restaurar a la humanidad caída.
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