Página 26 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 7
Sobre nosotros descansa la pesada responsabilidad de amonestar
al mundo acerca de su destrucción inminente. Los pedidos de ayuda
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llegan de todas partes, de lejos y de cerca. Dios pide a su iglesia que
se levante y que se vista de poder. Deben ganarse las coronas inmor-
tales; el reino de los cielos se debe conquistar; y ha de iluminarse
un mundo que perece en la ignorancia.
* * * * *
El mundo se convencerá por lo que la iglesia viva, y no por lo que
se enseñe desde el púlpito. Desde el púlpito el ministro anuncia la
teoría del Evangelio; pero la piedad práctica de la iglesia demuestra
su poder.
* * * * *
Aunque débil y defectuosa, y en constante necesidad de amones-
tación y consejo, la iglesia es el objeto de la suprema preocupación
de Cristo. El está ocupado en realizar experimentos de la gracia
sobre los corazones humanos y obtiene tales transformaciones de
carácter que los ángeles, perplejos, expresan su gozo en cánticos de
alabanza. Se regocijan al pensar que los seres humanos pecadores y
errantes puedan experimentar una transformación tal.
A medida que el mensaje del tercer ángel aumente en magnitud
hasta transformarse en el fuerte clamor, gran poder y gloria acompa-
ñarán a su proclamación. Los rostros del pueblo de Dios brillarán
con la luz del cielo.
* * * * *
El Señor capacitará a hombres y mujeres -sí, y también a niños,
como lo hizo con Samuel- para que realicen su obra, haciéndolos
mensajeros suyos. Aquel que nunca duerme ni se fatiga vela sobre
cada uno de sus obreros, eligiendo su esfera de labor. Todo el cielo
observa la lucha que les toca pelear a los siervos de Dios, aunque sea
bajo circunstancias aparentemente descorazonadoras. Se realizan
nuevas conquistas y se ganan nuevos honores a medida que los
siervos de Dios avanzan para pelear la buena batalla de la fe, unidos
bajo el estandarte de su Redentor. Todos los ángeles celestiales se