Disciplina eclesiástica
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Cuanto haga la iglesia que esté de acuerdo con las indicaciones
dadas en la Palabra de Dios será ratificado en el cielo.
Se presentan asuntos de grave importancia para que los decida
la iglesia. Los ministros de Dios, ordenados por él como guías de su
pueblo, deben, después de hacer su parte, someter todo el asunto a
la iglesia para que haya unidad en la decisión tomada.
El Señor desea que los que le siguen ejerzan gran cuidado en su
trato mutuo. Han de elevar, restaurar y sanar. Pero no debe haber
en la iglesia negligencia de la debida disciplina. Los miembros han
de considerarse como alumnos en una escuela, y aprender a formar
un carácter digno de su alta vocación. En la iglesia de esta tierra
los hijos de Dios han de quedar preparados para la gran reunión de
la iglesia del cielo. Los que vivan en armonía con Cristo pueden
esperar una vida eterna en la familia redimida.
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El amor de Dios hacia la especie caída es una manifestación
peculiar de amor: un amor nacido de la misericordia; porque todos
los seres humanos son indignos de él. La misericordia implica im-
perfección del objeto hacia el cual se manifiesta. Se debe al pecado
que la misericordia entró en ejercicio activo.
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Es posible que sea necesario realizar mucho trabajo en la for-
mación de su carácter, y que usted sea una piedra tosca que debe
ser cortada en perfecta escuadra y pulida antes que pueda ocupar un
lugar en el templo de Dios. No necesita sorprenderse si con martillo
y cincel Dios corta las aristas agudas de su carácter, hasta que esté
preparado para ocupar el lugar que él le reserva. Ningún ser humano
puede realizar esta obra. Únicamente Dios puede hacerla. Y tenga
usted la seguridad de que no asestará él un solo golpe inútil. Da cada
uno de sus golpes con amor, para su felicidad eterna. Conoce sus
flaquezas y obra para curar y no para destruir.
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