Página 262 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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“Considerémonos unos a otros”
Ustedes se encontrarán a menudo con personas que se hallan
bajo la opresión de las tentaciones. No sabrán con cuánta severidad
lucha Satanás contra ellas. Cuiden de no desalentar a esas almas
concediéndole así una ventaja al tentador.
Siempre que observen algo que necesita corregirse, o escuchen
acerca de ello, pídanle al Señor que les conceda sabiduría y gracia,
para que al tratar de ser fieles no se tornen severos.
Siempre resulta humillante que a uno le indiquen sus errores.
No tornen amarga la experiencia con una censura innecesaria. La
crítica severa produce desánimo y hace que la vida sea sombría y
desdichada.
Hermanos míos, prevalezcan por medio del amor más bien que
por la severidad. Cuando el que comete una falta acepta su error,
cuiden de no destruir su dignidad. No traten de magullar y herir,
sino más bien de vendar y sanar.
* * * * *
Ningún ser humano posee facultades tan sensibles como las de
nuestro Salvador, ni una naturaleza tan pura. ¡Y qué paciencia la
que manifiesta para con nosotros! Año tras año soporta nuestras
debilidades e ignorancia, nuestra ingratitud y desobediencia. Y a
pesar de todos nuestros extravíos, la dureza de nuestro corazón,
y nuestro descuido de sus sagradas órdenes, todavía su mano se
extiende hacia nosotros. Y nos manda: “Como yo os he amado, que
también os améis unos a otros”.
Juan 13:34
.
Hermanos, considérense misioneros, no entre los paganos, sino
entre sus propios compañeros de trabajo. Se necesita una enorme
cantidad de tiempo y esfuerzo para convencer a una sola alma con
respecto a las verdades especiales para este tiempo. Y hay gozo en la
presencia de los ángeles cuando las almas se convierten del pecado
a la rectitud. ¿Piensan ustedes que los espíritus ministradores que
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