Página 263 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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“Considerémonos unos a otros”
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velan sobre estas almas se complacen al ver con cuánta indiferencia
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son tratadas por aquellos que pretenden ser cristianos? Prevalecen
las preferencias humanas. Se manifiesta parcialidad. Algunos son
favorecidos mientras se trata a otros con aspereza.
Los ángeles observan con admiración reverente la misión de
Cristo en favor del mundo. Quedan maravillados ante el amor que
lo movió a darse a sí mismo como sacrificio por los pecados de los
hombres. ¡Pero con cuánta liviandad consideran los seres humanos
lo que él compró con su sangre!
* * * * *
No necesitamos comenzar
tratando
de amarnos unos a otros. Lo
que se necesita es el amor de Cristo en el corazón. El amor verdadero
brota espontáneamente cuando el yo se halla sumergido en Cristo.
Venceremos en paciente dominio propio. Es el servicio paciente
lo que trae descanso al alma. Son los trabajadores humildes, diligen-
tes y fieles los que promueven el bienestar de Israel. Las palabras de
amor y estímulo harán más para apaciguar el temperamento rápido
y la disposición obstinada que todas las críticas y reprensiones que
se puedan acumular sobre el que yerra.
El mensaje del Maestro debe ser comunicado con el espíritu del
Maestro. Nuestra única salvaguardia consiste en mantener nuestros
pensamientos e impulsos bajo el control del Gran Maestro. Al hacer
así, los ángeles de Dios le concederán una rica experiencia a cada
obrero verdadero. La gracia de la humildad transformará nuestras
palabras en expresiones de una ternura semejante a la de Cristo.
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