Página 265 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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A los maestros de nuestras escuelas
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que revele, impresione los corazones. Insten a sus alumnos a que se
rindan completamente a Dios. “Conservaos en el amor de Dios, es-
perando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna.
A algunos que dudan, convencedlos. A otros salvad, arrebatándolos
del fuego; y de otros tened misericordia con temor, aborreciendo
aun la ropa contaminada por su carne”.
Judas 21-23
. A medida que
sigan el ejemplo de Cristo obtendrán la preciosa recompensa de ver
a sus alumnos ganados para él.
Un esfuerzo agresivo
El Señor Dios de Israel tiene hambre de ver frutos. El pide a sus
obreros que extiendan sus actividades más de lo que han hecho hasta
ahora. Desea que su campo de labor sea el mundo entero y no sólo
que trabajen para nuestras iglesias. El apóstol Pablo viajó de un lugar
a otro predicando la verdad a los que se hallaban en las tinieblas
del error. Trabajó durante un año y medio en Corinto y demostró
el carácter divino de su misión al establecer una iglesia floreciente,
compuesta de judíos y gentiles. Cristo nunca limitó sus favores a un
solo lugar. Las villas y las ciudades de Palestina resonaban con las
verdades que brotaban de sus labios.
El saludo de Cristo para el mundo
El Sermón del Monte es la bendición del cielo para el mundo,
una voz que proviene del trono de Dios. Se lo dio a la humanidad
para que fuera la ley de su conducta y la luz del cielo, su esperanza
y consuelo en las horas de abatimiento; aquí el Príncipe de los
predicadores, el Maestro por excelencia, expresa las palabras que el
Padre le indicó que pronunciara.
Las bienaventuranzas constituyen el saludo de Cristo, no sólo
para los creyentes, sino para toda la familia humana. Por un momento
pareció olvidar que se hallaba en el mundo, no en el cielo; y utilizó
el saludo familiar del mundo de la luz. Las bendiciones brotaron
de sus labios como una rica corriente de vida que hubiera estado
detenida por largo tiempo.
Cristo no nos deja en duda con respecto a los rasgos de carácter
que siempre está dispuesto a reconocer y bendecir. Ignorando a los
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