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Testimonios para la Iglesia, Tomo 7
El corazón de Cristo se alegra al ver a los que son pobres en
todo el sentido de la palabra; se alegra al ver a los que son mansos,
a pesar de las vejaciones; se alegra por el hambre de justicia, al
parecer insatisfecha, que algunos experimentan por no saber cómo
cambiar. El recibe con agrado, por decirlo así, el mismísimo estado
de cosas que desanimaría a muchos pastores. Reprende nuestra
piedad equivocada dando la responsabilidad del trabajo en favor
de los pobres y necesitados de los lugares difíciles de la tierra, a
hombres y mujeres dotados de corazones capaces de compadecerse
de los ignorantes y de los que andan descaminados. El Señor les
enseña a estos obreros cómo relacionarse con aquellos a quienes
desea ayudar. Se sentirán estimulados al ver que delante de ellos se
abren puertas para entrar en lugares donde puedan realizar trabajo
médico misionero. Puesto que poseen muy poca confianza en sí
mismos, le rinden toda la gloria a Dios. Puede ser que sus manos
sean ásperas e inexpertas, pero poseen un corazón susceptible a la
piedad; los embarga el ferviente deseo de hacer algo para aliviar
la miseria tan abundante; y Cristo se halla presente para ayudarles.
El obra a través de quienes disciernen misericordia en la miseria, y
ganancia en la pérdida de todas las cosas. Cuando la luz del mundo
pasa por algún lugar se descubren privilegios en todas las privaciones
y aparece orden en la confusión; el éxito y la sabiduría de Dios se
revelan en lo que había parecido un fracaso.
Mis hermanos y hermanas, alléguense a la gente al practicar su
ministerio. Levanten a los abatidos. Consideren las calamidades
como si fueran bendiciones disfrazadas, y las aflicciones, como
misericordias. Trabajen de tal manera que la esperanza brote en
lugar de la desesperación.
La gente común debe ocupar su lugar como obreros. Al participar
de las tristezas de sus semejantes, así como el Salvador compartió
las tristezas de la humanidad, por fe lo verán trabajando con ellos.
“Cercano está el día grande de Jehová, cercano y muy próximo”.
Sofonías 1:14
. Quiero decir a cada obrero: Avance con una fe humil-
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de, y el Señor lo acompañará. Pero vele en oración. Esta es la ciencia
de su trabajo. El poder es de Dios. Trabaje dependiendo de él, y
recuerde que es un colaborador suyo. El es su ayudador. Su fuerza
depende de él. El constituirá su sabiduría, su justicia, su santificación