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Testimonios para la Iglesia, Tomo 7
Un llamamiento al servicio
Dios solicita obreros. La causa necesita a hombres que se hayan
formado por sus propios esfuerzos, quienes, colocándose humilde-
mente como aprendices en las manos del Señor, han demostrado ser
sus colaboradores. Se necesitan tales hombres en la obra ministerial
y en el magisterio. Que quienes hayan demostrado ser verdaderamen-
te hombres, se adelanten para realizar cuanto puedan al servicio del
Maestro. Que se unan a las filas de los obreros y muestren su valía
mediante un esfuerzo paciente y constante. Aprendemos a nadar en
el agua, no en la tierra. Que cumplan con fidelidad el cometido para
el cual se los llamó, para que de esa manera sean hechos idóneos
para cumplir con responsabilidades aún mayores. Dios concede a
todos la oportunidad de perfeccionarse en su servicio.
El que se coloca la armadura para pelear bien una batalla obten-
drá una habilidad cada vez mayor a medida que continúa perfeccio-
nando su conocimiento del Señor, obrando en armonía con el plan
que Dios diseñó para el desarrollo perfecto de las facultades físicas,
mentales, y espirituales.
Los jóvenes y las señoritas acumulan una provisión de conoci-
mientos. No esperen hasta que alguna comisión humana los examine
y los declare competentes para trabajar, sino que salgan por los
vallados y los caminos y comiencen a colaborar con Dios. Em-
pleen sabiamente el conocimiento que poseen. Usen fielmente sus
facultades, impartiendo con generosidad la luz que Dios les ha con-
cedido. Estudien los mejores métodos de impartir a otros paz, luz,
verdad y las muchas otras ricas bendiciones del cielo. Mejoren cons-
tantemente. Manténganse ascendiendo cada vez más alto. Lo que
verdaderamente vale ahora es la habilidad de poner las facultades de
la mente y el cuerpo a trabajar, teniendo siempre presente las reali-
dades eternas. Busquen al Señor con mayor seriedad, de modo que
cada día sean más cultos, más cultivados espiritualmente. Entonces
obtendrán la aprobación de Dios.
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No importa cuán grandes o cuán pequeños sean sus talentos,
recuerden que lo que tienen es de ustedes únicamente porque les
ha sido confiado. De este modo el Señor los está probado, dándoles
la oportunidad de demostrar cuán dignos de confianza son. A él le
deben todas sus habilidades. Las facultades de su cuerpo, mente y