Página 288 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 7
egoísmo. La bendición de Dios no descansará nunca sobre el trato
mezquino que se tenga con sus escogidos. Entre los miembros de la
fraternidad médica no siempre ha existido la fina percepción que se
necesita para discernir estos asuntos. Algunos no los han visto como
debieran. Que el Señor santifique la percepción de los que están a
cargo de nuestras instituciones, para que puedan saber quiénes deben
disfrutar de su simpatía y cuidado.
El departamento de la causa para el cual ha trabajado el obrero
que ahora está agotado, debería demostrar aprecio por su labor ayu-
dándole en el tiempo de su necesidad, compartiendo ampliamente
con el sanatorio la carga de los gastos.
Algunos obreros están en condiciones de apartar sistemática-
mente una porción de su sueldo, y esto debería hacerse, si fuera
posible, con el fin de hacerle frente a alguna emergencia; pero aun
éstos deberían ser recibidos como una bendición por el sanatorio.
Pero la mayoría de nuestros obreros tienen obligaciones múltiples
y grandes que atender. A cada paso, cuando se necesitan recursos,
se les pide que hagan algo, que den el ejemplo, para que su influen-
cia estimule a otros a ser liberales de modo que la causa de Dios
avance. Experimentan un deseo tan intenso de plantar el estandarte
en nuevos campos que muchos hasta piden dinero prestado para
ayudar en diversas empresas. No han dado quejándose, sino que han
considerado que tenían el privilegio de trabajar por el adelanto de
la verdad. Al responder de esa manera a los pedidos de dinero, a
menudo han quedado con muy poco excedente.
El Señor ha mantenido un registro exacto de su liberalidad por
la causa. El conoce la excelencia del trabajo que han realizado, una
obra de la cual los obreros jóvenes no tienen siquiera un concepto.
El ha estado consciente de todas las privaciones que han pasado y de
la abnegación que han manifestado. Ha anotado las circunstancias
de cada uno de estos casos. Todo está escrito en los libros. Estos
obreros constituyen un espectáculo delante del mundo, delante de
los ángeles y delante de los hombres, y son una lección objetiva que
sirve para probar la sinceridad de nuestros principios religiosos. El
Señor desea que nuestro pueblo comprenda que los pioneros de esta
causa merecen todo lo que nuestras instituciones puedan hacer por
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ellos. Dios desea que comprendamos que los que han envejecido en