Página 73 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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El conocimiento de las leyes de la salud
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que les falta el tiempo para obtener la información necesaria que les
permitiría instruir convenientemente a sus hijos.
Si cada uno quisiera obtener conocimientos al respecto y sintiera
la importancia de ponerlos en práctica, presenciaríamos un mejor
estado de cosas. Padres, enseñad a vuestros hijos a razonar de las
causas a los efectos. Mostradles que si violan las leyes de la salud
tendrán que pagar la transgresión con sufrimientos. Mostradles que
la temeridad respecto a la salud del cuerpo favorece la temeridad
en las cosas morales. Vuestros hijos necesitan cuidado paciente y
fiel. No basta que los alimentéis y los vistáis. Debéis tratar también
de desarrollar su fuerza mental y llenar su corazón de principios
justos. Mas ¡cuán a menudo sucede que la belleza del carácter y la
amabilidad del genio son descuidados para atender a la apariencia
externa! ¡Oh, padres, no os dejéis gobernar por la opinión del mundo
y no tratéis de alcanzar su norma! Decidid por vosotros mismos
cuál debe ser el objeto esencial de la vida y luego dedicad todos
vuestros esfuerzos a alcanzarlo. No podéis descuidar impunemente
la educación de vuestros hijos. Los defectos de su carácter publi-
carán vuestro descuido a este respecto. Los males que dejéis pasar
sin corrección, los modales bruscos, groseros, la falta de respeto
y obediencia, las costumbres de indolencia y la falta de atención,
deshonrarán vuestro nombre y amargarán vuestra vida. El destino
de vuestros hijos está en gran medida en vuestras manos. Al faltar a
vuestro deber con respecto a ellos, podéis colocarlos en las filas del
enemigo y hacer de ellos agentes suyos para arruinar a otros; por
otra parte, instruyéndolos fielmente, ofreciéndoles con vuestra vida
un ejemplo de piedad, podéis conducirlos a Cristo. A su vez, ellos
ejercerán sobre otros la misma influencia, y así, por vuestro medio,
podrá salvarse gran número de almas.
Padres y madres, ¿comprendéis la importancia de la responsa-
bilidad que recae sobre vosotros? ¿Comprendéis la necesidad de
preservar a vuestros hijos del descuido y de las costumbres desmo-
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ralizadoras? No les permitáis entrar en relación con otras personas
fuera de aquellas que ejercerán una buena influencia sobre su ca-
rácter. No los dejéis salir de noche a menos que sepáis adónde van
y lo que hacen. Instruídlos en los principios de la pureza moral. Si
habéis descuidado el enseñarles a este respecto precepto tras pre-
cepto, renglón tras renglón, un poco aquí y un poco allá, cumplid