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Testimonios para la Iglesia, Tomo 7
inmediatamente este deber. Haceos cargo de vuestra responsabili-
dad, y trabajad para el tiempo presente y para la eternidad. No dejéis
transcurrir ni un día más sin confesar vuestra negligencia a vuestros
hijos. Decidles que habéis decidido ahora hacer la obra que Dios
os ha asignado. Pedidles que emprendan con vosotros esa reforma.
Haced esfuerzos diligentes para redimir lo pasado. No permanez-
cáis por más tiempo en el estado de la iglesia de Laodicea. En el
nombre del Señor, suplico a cada familia que enarbole su verdadero
estandarte. Reformad la iglesia que tenéis en vuestro hogar.
Mientras cumplís vuestros deberes hacia vuestra familia, el padre
como sacerdote de la casa y la madre como misionera del hogar,
multiplicaréis agentes capaces de hacer bien fuera de la casa. Al
emplear vuestras facultades, os capacitaréis mejor para trabajar en
la iglesia y entre vuestros vecinos. Al vincular a vuestros hijos con
vosotros mismos y con Dios, todos, padres e hijos, llegaréis a ser
colaboradores de Dios.
* * * * *
La vida del verdadero creyente revela la presencia interior del
Salvador. El seguidor de Jesús es semejante a Cristo tanto en espíritu
como en temperamento. Como él, es manso y humilde. Su fe obra
por medio del amor y purifica el alma. Toda su vida es un testimonio
del poder y de la gracia de Cristo. Las doctrinas puras del Evangelio
nunca degradan al que las recibe, nunca lo hacen áspero ni duro
ni descortés. El Evangelio proporciona finura, nobleza y elevación;
santifica el juicio y ejerce influencia sobre toda la vida.
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Dios no permitirá que uno de sus verdaderos obreros sea dejado
para luchar solo contra grandes dificultades y ser vencido. A cada
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uno cuya vida está escondida con Cristo en Dios, él lo preserva como
si fuera una joya preciosa. De cada uno de ellos dice: “Te pondré
como anillo de sellar; porque yo te escogí”
Hageo 2:23
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