Página 75 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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Elevada vocación de los empleados del sanatorio
Los empleados de nuestros sanatorios han sido llamados a una
elevada y santa vocación. Necesitan comprender mejor que en lo
pasado el carácter sagrado de su tarea. La obra que ejecutan y el
alcance de la influencia que ejercen exigen de ellos un esfuerzo
fervoroso y una consagración sin reservas. En nuestros sanatorios,
los enfermos y dolientes deben ser inducidos a comprender que
necesitan auxilio espiritual tanto como curación física. En ellos
deben recibir todos los cuidados favorables al restablecimiento de la
salud; mas hay que hacerles ver también cuáles son los beneficios
que provienen de la vida de Cristo y de la comunión con él. Hay que
mostrarles que la gracia del Señor, obrando en el alma, eleva a todo
el ser. Y para ellos el mejor modo de aprender a conocer la vida de
Jesús consiste en verla realizada en la vida de sus discípulos.
El que trabaja fielmente tiene los ojos puestos en Jesucristo.
Recuerda que su esperanza de vida eterna la debe a la cruz del
Calvario, y está resuelto a no deshonrar jamás a quien dio su vida por
él. Se interesa profundamente en los sufrimientos de la humanidad.
Ora y trabaja. Cuida de las almas como quien deberá dar cuenta,
sabiendo que las almas que Dios pone en relación con la verdad y la
justicia son dignas de salvarse.
Los que trabajan en nuestros sanatorios están empeñados en una
guerra santa. Deben presentar a los enfermos y a los afligidos la ver-
dad tal cual es en Jesús. Deben presentarla en toda su solemnidad y,
sin embargo, con tal sencillez y ternura que las almas sean conduci-
das al Salvador. Deben siempre, en sus palabras y acciones, mostrar
que Cristo es la esperanza de vida eterna. Nunca deben hablar de
una manera impaciente ni obrar egoístamente. Los empleados deben
tratar a cada uno con bondad. Sus palabras deben ser amables. Los
que den prueba de verdadera modestia y cortesía cristiana ganarán
almas para Cristo.
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Debemos esforzarnos por restablecer la salud física y espiritual
de aquellos que acudan a nuestros sanatorios. Preparémonos, pues,
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