Página 92 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 7
Es la expresa voluntad de Dios que nuestros sanatorios se esta-
blezcan tan lejos de las ciudades como sea prudente. En la medida de
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lo posible estas instituciones deberían situarse en lugares tranquilos
y apartados, donde se tenga la oportunidad de instruir a los pacientes
acerca del amor de Dios y del hogar edénico de nuestros primeros
padres, que será devuelto a los seres humanos gracias al sacrificio
de Cristo.
En los esfuerzos que se realicen para restaurar la salud de los
enfermos se deberán utilizar las cosas hermosas de la creación del
Señor. Las actividades tales como la observación de las flores, la
recolección de frutas maduras, y escuchar los cantos felices de las
aves, producen un efecto peculiarmente beneficioso sobre el sistema
nervioso. De la vida al aire libre, hombres y mujeres y niños experi-
mentan el deseo de ser puros y sin mancha. Mediante las influencias
de las propiedades reanimadoras y vivificantes de los grandes re-
cursos medicinales de la naturaleza, se fortalecen las funciones del
cuerpo, se despierta el intelecto, se aviva la imaginación, cobra vida
el espíritu y la mente se prepara para apreciar la hermosura de la
Palabra de Dios.
Los enfermos recobran la salud cuando estas circunstancias se
combinan con la influencia de un tratamiento cuidadoso y de una
alimentación sana. El paso débil recupera su elasticidad. El ojo
recobra su brillantez. El desesperanzado vuelve a tener esperanza.
El semblante, abatido hasta hace poco, luce ahora una expresión
de regocijo. El sonido quejumbroso de la voz se ve reemplazado
por un tono de contentamiento. Ahora las palabras expresan la
convicción de que “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro
pronto auxilio en las tribulaciones”.
Salmos 46:1
. Se ha vuelto
brillante la esperanza nublada del cristiano. Se ha recuperado la
fe. Y se oyen las palabras: “Aunque ande en valle de sombra de
muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y
tu cayado me infundirán aliento”. “Engrandece mi alma al Señor;
y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador”. “El da esfuerzo al
cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas”
Salmos
23:4
;
Lucas 1:46-47
;
Isaías 40:29
. La mente se vigoriza al reconocer
que es la bondad de Dios la que provee estas bendiciones. Al ver
que sus dones son apreciados, Dios está muy cerca y se muestra
complacido.