Página 93 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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En el campo
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Cuando se creó la tierra, era santa y hermosa. Dios declaró que
era buena en gran manera. Cada flor, cada arbusto y cada árbol,
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respondían al propósito de su Creador. Había hermosura en todo lo
que podían observar los ojos y su contemplación llenaba la mente
con los pensamientos del amor de Dios. Al inducir al hombre a
pecar, Satanás abrigaba la esperanza de contrarrestar la corriente del
amor divino que fluía hacia la raza humana; sin embargo, en lugar de
lograrlo, su obra no hizo más que poner en evidencia manifestaciones
nuevas y más profundas de la misericordia y la bondad de Dios.
* * * * *
Nunca fue el propósito de Dios que sus hijos vivieran amonto-
nados en las ciudades, apiñados en apartamentos y buhardillas. Al
comienzo colocó a nuestros primeros padres en un jardín, en medio
de preciosos paisajes y de los sonidos atractivos de la naturaleza,
y esos son los mismos paisajes y sonidos en los cuales anhela que
el hombre se regocije todavía hoy. Mientras más nos acerquemos a
andar en armonía con el plan original de Dios, más favorable será
nuestra posición para recobrar la salud y preservarla.
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