Página 94 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 7 (1998)

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No entre los ricos
Podrá parecernos que para situar nuestros sanatorios lo mejor
sería elegir lugares entre los ricos; que esto le daría carácter a nuestra
obra y permitiría obtener clientela para nuestras instituciones. Pero
no sería sabio hacerlo. “Jehová mira no lo que el hombre mira”.
1
Samuel 16:7
. El hombre mira la apariencia externa; Dios mira el
corazón. Cuanto menor sea el número de edificios grandes en derre-
dor de nuestras instituciones, menos molestias experimentaremos.
Muchos propietarios ricos son irreligiosos e irreverentes. Sus men-
tes están llenas de pensamientos mundanos. Los entretenimientos
del mundo, el bullicio y la hilaridad ocupan su tiempo. Gastan su
dinero en ropas extravagantes y en una vida llena de lujos. En sus
casas no se da la bienvenida a los mensajeros celestiales. Prefie-
ren mantenerse lejos de Dios. A los hombres les cuesta aprender
la lección de la humildad, y tanto a los ricos como a los que están
acostumbrados a darse todos los gustos les resulta especialmente
difícil aprenderla. Los que no se consideran responsables ante Dios
por lo que poseen se sienten tentados a exaltar el yo, como si las
riquezas comprendidas por sus tierras y sus cuentas bancarias los
hicieran independientes de Dios. Llenos de orgullo y vanidad, se
adjudican una estima que se mide por sus riquezas.
Hay muchos ricos que son mayordomos infieles a la vista de
Dios. El descubre el robo tanto en la forma de adquirir esos medios
como en la manera de usarlos. No han tomado en cuenta al Propieta-
rio de todas las cosas ni han utilizado los medios que les ha confiado
para socorrer a los sufrientes y oprimidos. Han estado amontonando
sobre sí mismos ira para el día de la ira; porque Dios recompensará
a cada ser humano conforme a sus obras. Estos hombres no adoran
a Dios; su ídolo es el yo. Quitan la misericordia y la justicia de su
mente y las reemplazan con avaricia y rivalidad. Dios dice a ellos:
“¿No los he de castigar por estas cosas?”
Jeremías 9:9
.
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Dios no se complacería de ver a ninguna de nuestras instituciones
establecerse en una comunidad de carácter tal, por más grandes que
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