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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
A menudo se graban en la mente opiniones falsas que inducen
a seguir una línea de conducta imprudente. Los estudiantes deben
tener tiempo para hablar con Dios, tiempo para vivir cada hora en
comunión consciente con los principios de la verdad, la justicia y la
misericordia. Es esencial que se haga ahora un examen sincero del
corazón. El estudiante debe situarse donde pueda extraer beneficio
de la Fuente del poder espiritual e intelectual. Debe exigir que toda
causa que requiera su simpatía y cooperación tenga la aprobación del
raciocinio que Dios le ha dado y de su conciencia, la cual está bajo
el dominio del Espíritu Santo. No ha de dar un paso que no esté en
armonía con los principios profundos y sagrados que le suministran
luz a su alma y vigor a su voluntad. Es sólo de esta manera como
podrá rendirle el mayor servicio a Dios. No debe enseñársele que la
obra médica misionera lo sujetará a ningún otro ser humano que le
dicte cuál ha de ser su obra.
La obra médica misionera no debe separarse de la organización
eclesiástica. Que no se les ocurra pensar a los estudiantes de medici-
na que son responsables solamente ante los jefes de la obra médica.
Hay que permitir que queden libres para recibir los consejos de Dios.
No han de comprometer su futuro a nada que algún ser humano
imperfecto les trace. Que ni un hilo de egoísmo vaya a entretejerse
en la tela; que no se conciba ningún proyecto que tenga el menor
asomo de injusticia. El yo no ha de dominar ninguna línea de trabajo.
Recordemos que estamos trabajando individualmente en plena vista
del universo celestial.
Una norma elevada
“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma, y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente; y a tu prójimo
como a ti mismo”.
Lucas 10:27
. Justamente antes de dejar a sus
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discípulos y ascender al cielo, Cristo declaró: “Un mandamiento
nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado,
que también os améis unos a otros”. Aquí vemos que la norma
es levantada cada vez más en alto. “En esto conocerán todos que
sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros”.
Juan
13:34, 35
. Los discípulos en aquel entonces no podían comprender
las palabras de Cristo; pero después de la crucifixión, resurrección