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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
Le tocaba ser un fiel médico de las almas, como también de los
cuerpos de los que están bajo su cuidado. Si hubiera cumplido con
este cometido, utilizando correctamente los talentos que Dios le dio,
no le habría tocado trabajar solo. Uno que nunca se equivoca era el
que presidía. Sólo el poder del Espíritu Santo puede mantener agra-
dable, fragante, suave y humilde el espíritu, capacitando al obrero
para pronunciar las palabras correctas a su debido tiempo.
Usted no ha sido una persona perfecta. Frecuentemente ha per-
dido el dominio propio. Como consecuencia, sus palabras han sido
inapropiadas. A veces se ha mostrado arbitrario y exigente. Pero las
veces que ha procurado obtener el dominio sobre el yo, los ángeles
de Dios han cooperado con usted porque, a través suyo, Dios actúa
para poner la verdad en alto de modo que sea tenida en estima por
el mundo. Dios le ha dado sabiduría, no para que su nombre sea
ensalzado, sino para que aquellos que vienen al Sanatorio de Battle
Creek se lleven una buena impresión acerca de la obra de los adven-
tistas del séptimo día y respeten sus principios fundamentales. La
estima de la cual goza no le vino porque sea usted más justo que
todos los demás hombres, sino porque Dios ha querido usarlo como
su instrumento.
El propósito del establecimiento del sanatorio
Ha sido el propósito de Dios que en el sanatorio tanto misioneros,
como maestros y médicos, conocieran el mensaje del tercer ángel,
que es de lo más abarcante. Los ángeles del Señor debieron haber
sido su sostén en la obra que se haría para que el Sanatorio de Battle
Creek fuera conocido como una institución que está bajo el cuidado
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especial de Dios. El sentir misionero y la simpatía que prevalecían
en esta institución eran el resultado de la obra de agentes celestiales.
Dios ha dicho: “Fue de mi agrado operar señales y milagros. Con
mi poder actué para glorificar mi nombre”. Muchos salieron del
sanatorio con nuevos corazones. El cambio ha sido decidido. Al
regresar ellos a sus hogares, han sido luces para el mundo. Se ha
escuchado su voz diciendo: “Venid, todos los que teméis a Dios, y
os haré conocer la obra que ha hecho en mi alma. He contemplado
su grandeza; he probado su bondad”.