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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
en su heredad y en su lugar, ejerciendo una influencia benévola
en pensamiento, palabra y hechos. Cuando todos los obreros de
Dios hagan esto, y no hasta entonces, la obra de Dios llegará a ser
completa y simétrica a cabalidad.
Una palabra de advertencia
Dios anhela que sus instituciones y sus hijos escogidos y adop-
tados lo honren manifestando los atributos de un carácter cristiano.
La misión que el evangelio abarca como obra misionera es una tarea
directa y sustancial, que ha de brillar cada vez más hasta que el día
esclarezca. Dios no quiere que la fe de su pueblo asuma la forma o
apariencia de la obra humanitaria que ahora llamamos obra médica
misionera. Los recursos y talentos de su pueblo no han de sumirse
en las barriadas de Nueva York o Chicago. La obra de Dios debe
llevarse a cabo inteligentemente.
Deben manifestarse la abnegación y el sacrificio personal. He-
mos de trabajar como Cristo, con sencillez y mansedumbre, con
humildad y de una manera consagrada. Así seremos capacitados
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para realizar una labor diferente a toda la obra misionera del mundo.
No podemos confiar en muchos de los que supuestamente han si-
do rescatados del hoyo en que habían caído para que sean consejeros
o se ocupen en la obra para estos últimos días. El enemigo está de-
terminado a mezclar el error con la verdad. Para lograrlo, aprovecha
la oportunidad que le ofrece la clase baja, en favor de la cual se ha
invertido tanto esfuerzo y dinero, la clase de personas cuyos apetitos
se han pervertido por causa de la gula, cuyas almas han sufrido el
abuso, cuyos caracteres están distorsionados y deformados, seres
de hábitos y pasiones rastreros, y cuyo pensamiento es de continuo
hacia el mal. El carácter de los tales puede ser transformado, ¡pero
en muy pocos es cabal y duradera esa obra!
Algunos serán santificados en la verdad; pero en muchos el
cambio de hábitos y de proceder es superficial, aunque luego dicen
ser cristianos. Son aceptados como miembros de iglesia sólo para ser
una molestia y una carga pesada. Por intermedio de ellos, Satanás
trata de sembrar las semillas de la envidia, la deshonestidad, la
crítica y la acusación. Intenta de esa manera corromper a los demás
miembros de la iglesia. La disposición que los ha dominado desde