Palabras de aliento
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la niñez, que los indujo a separarse de toda restricción y hundirse
en la degradación, todavía ejerce dominio sobre ellos. Se dice que
han sido rescatados, pero demasiado a menudo el tiempo revela
que la obra hecha en su favor no los convirtió en hijos sumisos de
Dios. El menor desprecio da lugar al resentimiento. Albergan en su
corazón la amargura, la ira, y la mala voluntad. Por medio de sus
palabras y su mal espíritu demuestran no haber nacido de nuevo. Se
inclinan por el lado de la bajeza y en dirección de la sensualidad.
Son indignos de confianza, malagradecidos, e impíos. Así sucede
con todas las personas que no se han convertido de verdad. Cada
uno de estos tipos desfigurados, no transformados, se convierte en
un obrero eficiente de Satanás, creando disensión y contienda.
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El Señor ha delineado la forma como hemos de trabajar. Como
pueblo, no debemos imitar y adaptarnos a los métodos del Ejército
de Salvación. Esta no es la tarea que el Señor nos ha asignado. Tam-
poco es nuestra responsabilidad condenarlos ni expresar palabras
severas contra ellos. Hay almas valiosas y abnegadas dentro del
Ejército de Salvación. Nos toca tratarlas con bondad. Hay en sus
filas personas honestas, que sirven al Señor con sinceridad y que
llegarán a percibir una luz mayor, avanzando hasta aceptar la verdad
completa. Los obreros del Ejército de Salvación se esfuerzan por
salvar a los abandonados y oprimidos. No los desaniméis. Dejad que
hagan ese tipo de trabajo siguiendo sus propios métodos y estilo.
Pero el Señor claramente ha señalado cuál debe ser la obra que los
adventistas del séptimo día tienen que hacer. Deben llevarse a cabo
reuniones campestres y en carpas. La verdad para este tiempo necesi-
ta ser proclamada. Hay que dar un testimonio firme. Y los discursos
han de ser tan sencillos que hasta los niños puedan entenderlos.
Se ayuda o se estorba al señor
Hay algunos entre los que ingresan en la obra médica misio-
nera que están en peligro de introducir dentro de ella sentimientos
inaceptables aprendidos en su educación previa. Es menester que
practiquen los principios expuestos en la Palabra de Dios, de lo
contrario la obra sufrirá daño como resultado de sus ideas preconce-
bidas. Cuando trabajamos con toda la habilidad santificada que Dios
nos ha dado, cuando ponemos a un lado nuestra voluntad en favor de