Página 194 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

Basic HTML Version

El valor de la palabra de Dios
Oakland, California,
13 de junio de 1901.
A un médico y su esposa
Estimados hermano y hermana,
Nuestro viaje de regreso fue exitoso. Asistí a reuniones en mu-
chos lugares. Fue una sorpresa conocer a un buen número de cre-
yentes en la ciudad de Indianápolis. Hablé dos veces allí. El Señor
me dio un mensaje para el pueblo parecido al que me fue dado en
Battle Creek concerniente a los errores que se han infiltrado entre
nosotros. La gente estaba dispuesta a escuchar y recibir la palabra.
Cuando penetran errores en nuestras filas, no hemos de entrar en
controversia acerca de ellos. Debemos dar fielmente el mensaje de
reprensión, y luego presentar la verdad en contraste con el error para
desviar al pueblo de las ideas antojadizas y erróneas. La presentación
de los temas celestiales revelará a la mente principios que descansan
sobre un fundamento tan duradero como la eternidad.
Los creyentes de convicciones cristianas firmes y consecuentes,
y de carácter sólido, prestan gran servicio al Maestro. Nada puede
apartarlos de la fe. La verdad es para ellos un tesoro precioso.
La verdad de Dios se halla en su Palabra. Los que consideran que
deben buscar en otra parte la verdad presente necesitan convertirse
de nuevo. Tienen que enmendar malos hábitos, abandonar malas
prácticas. Necesitan buscar nuevamente la verdad como es en Jesús,
para que la edificación de su carácter se realice en armonía con las
lecciones de Cristo. Al abandonar sus ideas humanas y asumir los
deberes que Dios les ha dado, dicen mientras contemplan a Cristo
[205]
y se van transformando a su semejanza: “Más cerca, oh Dios de ti;
más cerca sí”.
Con la Palabra de Dios en la mano, podemos acercarnos cada
vez más a Jesús, paso a paso, con amor consagrado. A medida que
conozcamos mejor el Espíritu de Dios, iremos aceptando la Biblia
como único fundamento de la fe. El pueblo de Dios recibirá la
190