Cristo, nuestro ejemplo
Santa Helena, California,
30 de octubre de 1903.
A todos los misioneros médicos
Lo que más necesitan los médicos misioneros es la dirección del
Espíritu del Señor. Los que trabajan como Cristo, el gran Médico
misionero, deben ser personas espirituales. Pero no todos los que
hacen la obra médica misionera exaltan a Dios y su verdad. No todos
se someten a la dirección del Espíritu Santo. Algunos están poniendo
paja y hojarasca en el fundamento: material que no resistirá la prueba
del fuego.
Ruego que pueda yo tener sabiduría y poder de Dios para presen-
taros lo que constituye la verdadera obra médica misionera. Esta es
una rama grande e importante de nuestra obra denominacional. Pero
muchos han perdido de vista los principios puros y ennoblecedores
que son el fundamento de la obra médica misionera.
En mi diario de apuntes encuentro lo siguiente, escrito hace un
año:
“29 de octubre de 1902. Esta mañana desperté temprano. Des-
pués de orar con mucho fervor, pidiendo sabiduría y claridad mental
para poder expresar de una manera apropiada los asuntos a los cuales
se me había llamado la atención con urgencia, escribí como unas
diez páginas de instrucciones. Yo sé que el Señor me ayudó a ex-
presar por escrito el importante asunto que debe ser presentado a su
pueblo”.
Al escribir así, mis sentimientos son profundos, pero después
que la instrucción ha sido registrada, mi mente siente alivio porque
entonces sé que el tema que me fue presentado no se perderá, aunque
ya no lo tenga en mente.
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Sólo los que se den cuenta de que la cruz es el centro de la
esperanza de la familia humana podrán comprender el evangelio que
Cristo enseñó. Él vino al mundo con el solo propósito de poner al
hombre en una posición ventajosa ante el mundo y ante el universo
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