Página 225 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Cómo debe ser educada la juventud
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necesario adiestramiento disciplinario, piensan que pueden hacer lo
que les venga en gana. Un conocimiento de lo que significa obede-
cer los hubiera fortalecido para resistir las tentaciones, pero es algo
que sus padres no les han impartido. Cuando estos jóvenes indis-
ciplinados ingresan en una institución enorme, donde hay muchas
influencias opuestas a la espiritualidad, se ponen en grave peligro,
y a menudo su permanencia en la institución resulta en daño para
ellos mismos y para la institución.
La instrucción que yo he recibido es la de advertirles a los
padres cuyos niños no tienen firmeza de principios o una clara
experiencia cristiana, que no los manden fuera del hogar a lugares
distantes, donde van a estar ausentes por muchos meses y quizás
años, y posiblemente se les implante en la mente las semillas de
la incredulidad e infidelidad. Es más seguro, y más recomendable,
mandar a tales jóvenes a las escuelas y sanatorios más cercanos a
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sus hogares. Que los jóvenes cuyos caracteres están en formación se
mantengan alejados de los lugares donde tendrían que mezclarse con
una gran compañía de incrédulos, y donde las fuerzas del enemigo
están firmemente atrincheradas.
Que los gerentes de nuestros sanatorios mayores se esfuercen
esmeradamente por emplear a personas mayores como ayudantes
en estas instituciones. En visiones de la noche estaba yo en una
grande asamblea donde este asunto estaba bajo consideración. A los
que estaban haciendo planes de enviar a sus hijos indisciplinados a
Battle Creek, Uno que tenía autoridad dijo:
“¿Os atrevéis a hacer este experimento? La salvación de vuestros
hijos vale más que la educación que recibirían en este lugar, donde
están continuamente expuestos a la influencia de los incrédulos.
Muchos de los que vienen a esta institución no están convertidos.
Están llenos de orgullo y no están vinculados con Dios mediante
la fe. Muchos de los jóvenes y de las jóvenes a quienes les toca
servir a estas personas mundanas no han tenido más que una corta
experiencia cristiana, y fácilmente pueden enredarse en las redes
echadas a sus pies”.
“¿Y qué se puede hacer para remediar este mal?” preguntó uno de
los presentes. El Orador replicó: “En vista de que os habéis puesto en
esta situación peligrosa, traed a hombres y mujeres de edad madura
a la institución para que ejerzan una influencia contraria en favor del