Página 233 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Distribución de responsabilidades
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de la piedad en la vida diaria debemos revelar a Cristo a cuantos
nos rodean. La corrupta naturaleza humana ha de subyugarse y no
exaltarse. Únicamente así seremos puros y limpios. Debemos ser
hombres y mujeres humildes y fieles. Nunca debemos sentarnos en
el tribunal como jueces. Dios manda que sus representantes sean
puros y santos, que revelen la hermosura de la santidad. El conducto
debe mantenerse despejado para que el Espíritu Santo pueda obrar
libremente; de otra manera algunos pasarán por alto la obra que
debe ser hecha en el corazón natural para perfeccionar el carácter
cristiano; y presentarán sus propias imperfecciones anulando la
verdad de Dios, la cual es tan firme como el trono eterno. Y mientras
Dios pide que sus atalayas levanten en alto la señal de peligro, a la
misma vez presenta ante ellos la vida del Salvador como ejemplo de
lo que deben ser y hacer para ser salvos.
Cristo oró en favor de sus discípulos: “Santifícalos en tu verdad;
tu palabra es verdad”.
Juan 17:17
. Un sentimiento agradable y de
satisfacción propia no constituye evidencia de la santificación. Se
mantiene un registro de todos los hechos de los hijos de los hombres.
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Nada puede ocultarse del ojo del Alto y Sublime que habita la
eternidad. Algunos hacen que Cristo se avergüence de ellos por
causa de sus maquinaciones, proyectos e intrigas. Dios no aprueba
esta conducta porque su espíritu y sus obras deshonran al Señor
Jesucristo. Se olvidan de las palabras del apóstol: “Hemos llegado a
ser espectáculo al mundo, a los ángeles, y a los hombres”.
1 Corintios
4:9
.
La instrucción que el Señor me ha dado concerniente a su obra
nos señala el camino correcto. Los proyectos y pensamientos de
Dios son mucho más altos que los de los hombres, cuanto son más
altos los cielos que la tierra. La voz de Dios debe ser escuchada y su
sabiduría ha de conducirnos. Él ha delineado su plan en su Palabra
y en los testimonios que ha dado a su pueblo. Sólo la obra que sea
hecha de acuerdo a los principios de su Palabra permanecerá para
siempre.
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