El trabajo de los miembros laicos
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misioneras se ven trabadas porque son muchos los que se niegan a
aprovechar las oportunidades de servir que se les ofrecen. Empiecen
a trabajar todos los que creen en la verdad. Hagan la obra que les
resulte más cercana; hagan cualquier cosa, por humilde que sea,
antes que ser ociosos como los hombres de Meroz.
No nos faltarán los recursos si tan sólo queremos avanzar con-
fiando en Dios. El Señor está dispuesto a hacer una obra en favor
de los que creen verdaderamente en él. Si los miembros laicos de la
iglesia se despiertan para hacer la obra que pueden hacer, y mirando
cada uno cuánto puede hacer en la obra de ganar almas para Jesús,
emprenden la guerra a su propio costo, veremos a muchos abandonar
las filas de Satanás para colocarse bajo el estandarte de Cristo. Si
nuestro pueblo decide actuar de acuerdo con la luz dada en estas po-
cas palabras de instrucción, veremos por cierto la salvación de Dios.
Se producirán reavivamientos admirables. Se convertirán pecado-
res, y muchas almas serán añadidas a la iglesia. Cuando pongamos
nuestro corazón en unidad con Cristo y nuestra vida en armonía
con la obra, el Espíritu que descendió sobre los discípulos el día de
Pentecostés descenderá sobre nosotros.
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