¿Seremos hallados faltos?
Santa Helena, California,
21 de abril, 1903.
Nuestra situación en el mundo no es lo que debiera ser. Distamos
mucho de ser lo que seríamos si nuestra vida cristiana hubiera estado
en armonía con la luz y las ocasiones que se nos depararon; si
desde el principio hubiéramos marchado adelante y siempre hacia
arriba. Si hubiéramos andado en la luz que se nos dio, si hubiésemos
continuado en el conocimiento del Señor, nuestra senda se habría
visto cada vez más iluminada. Pero muchos de los que tuvieron
luces especiales se han conformado tanto con el mundo, que no
pueden distinguirse ya de los mundanos. No se destacan como
pueblo peculiar escogido por Dios y precioso en sus ojos. Es difícil
discernir entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día debe ser pesada en la
balanza del santuario. Será juzgada conforme a los privilegios y ven-
tajas que haya recibido. Si su experiencia espiritual no corresponde
a los privilegios que el sacrificio de Cristo le tiene asegurados, si las
bendiciones conferidas no la capacitaron para cumplir la obra que
se le confió, se pronunciará contra ella la sentencia: “Hallada falta”.
Será juzgada según la luz y las ocasiones que le fueron deparadas.
El propósito de Dios para su pueblo
Dios tiene en reserva amor, gozo, paz, y un triunfo glorioso para
todos aquellos que le sirven en espíritu y en verdad. Su pueblo que
guarda sus mandamientos debe estar siempre listo para servirle.
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Debe recibir una medida siempre mayor de gracia, de poder, y del
conocimiento de la obra del Espíritu Santo. Pero muchos de los
hijos de Dios no están listos para recibir los preciosos dones que
el Espíritu de Dios está dispuesto a conceder. No se esfuerzan por
obtener de lo alto un poder cada vez mayor para que, siendo ricos
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