Página 273 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Un Dios personal
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“Y no me invocaste a mí, Jacob, sino que de mí te cansaste, oh
Israel”.
Isaías 43:22.
“Pueblo mío, ¿qué te he hecho, o en qué te he molestado? Res-
ponde contra mí”.
Miqueas 6:3.
“Cuando Israel era muchacho, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi
hijo”.
Oseas 11:1.
“Porque la porción de Jehová es su pueblo;
Jacob la heredad que le tocó.
Le halló en tierra de desierto,
Y en yermo de horrible soledad;
Lo trajo alrededor, lo instruyó,
Lo guardó como a la niña de su ojo.
Como el águila que excita su nidada,
Revolotea sobre sus pollos,
Extiende sus alas, los toma,
Los lleva sobre sus plumas”.
Deuteronomio 32:9-11.
“No guardaron el pacto de Dios,
Ni quisieron andar en su ley”.
Salmos 78:10.
“Cuanto más yo los llamaba, tanto más se alejaban de mí;
a los baales sacrificaban, y a los ídolos ofrecían sahumerios.
Yo con todo eso enseñaba a andar al mismo Efraín,
tomándole de los brazos; y no conoció que yo le cuidaba.
Con cuerdas humanas los atraje, con cuerdas de amor;
y fui para ellos como los que alzan el yugo de sobre su
cerviz, y puse delante de ellos la comida.