Página 294 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
A todos digo: Estad apercibidos porque, semejante a un ángel
de luz, Satanás entra en cada reunión de obreros cristianos y en
cada iglesia, para tratar de atraer los miembros a su lado. Se me ha
ordenado que transmita al pueblo de Dios la amonestación: “No os
engañéis; Dios no puede ser burlado”.
Gálatas 6:7
.
Cuidado con la religión sensacionalista
En este tiempo, necesitamos en la causa de Dios hombres espi-
rituales, hombres firmes en los buenos principios, que tengan una
clara comprensión de la verdad.
Se me ha indicado que lo que la gente necesita no son teorías
nuevas y fantásticas ni suposiciones humanas. Necesita el testimo-
nio de hombres que conocen y practican la verdad, de hombres
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que comprenden la misión confiada a Timoteo en estas palabras:
“Que prediques la palabra; que instes a tiempo y fuera de tiempo;
redarguye, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Porque
vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo
comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias
concupiscencias, y apartarán de la verdad el oído y se volverán a las
fábulas. Pero tú sé sobrio en todo, soporta las aflicciones, haz obra
de evangelista, cumple tu ministerio”.
2 Timoteo 4:2-5
.
Andad con firmeza y decisión, calzados los pies con el apresto
del evangelio de paz. Podéis estar seguros de que la religión pura y
sin mácula no es una religión de sensaciones. A nadie ha confiado
Dios la tarea de hacer nacer el apetito por las doctrinas especulati-
vas. Hermanos míos, apartad esas cosas de vuestras enseñanzas; no
permitáis que se introduzcan en vuestra vida religiosa; no dejéis que
malogren la obra de vuestra vida.
Advertencia contra las falsas enseñanzas
Hallamos en la epístola de Pablo a los Colosenses una adverten-
cia contra las falsas doctrinas: El apóstol declara que los corazones
de los creyentes deben estar “unidos en amor, hasta alcanzar todas
las riquezas de pleno entendimiento, a fin de conocer el misterio
de Dios el Padre, y de Cristo, en quien están escondidos todos los
tesoros de la sabiduría y del conocimiento”. “Y esto digo -continúa