Página 296 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
camino nuevo, y que pueden colocar un fundamento más sólido que
el que se colocó; pero es un grave engaño. Ningún hombre puede
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colocar otro fundamento que el que ya existe.
Muchos, en lo pasado, intentaron establecer una fe y principios
nuevos; mas, ¿por cuánto tiempo permaneció en pie su edificio?
Pronto cayó, porque no estaba fundado sobre la Roca.
¿Acaso los primeros discípulos no tuvieron que hacer frente a
las afirmaciones de los hombres? ¿No tuvieron ellos que escuchar
falsas teorías, y luego responder con firmeza: “Porque nadie puede
poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo”?
1 Corintios 3:11
.
Así es como debemos mantener nuestra confianza hasta el fin.
Poderosos mensajes han sido enviados por Dios y por Cristo a su
pueblo, para apartarlo del mundo y conducirlo paso a paso en la
clara luz de la verdad presente. Los siervos de Dios, cuyos labios
eran tocados por el fuego sagrado, proclamaron el mensaje, y la
declaración divina puso su sello sobre la autenticidad de la verdad
proclamada.
Renovación del testimonio directo
El Señor quiere que se repita la proclamación del testimonio
directo dado en los años pasados. Desea una renovación espiritual.
Las energías espirituales de su pueblo han permanecido adormecidas
por mucho tiempo; pero deben resucitar de esa muerte aparente.
Por la oración y la confesión de nuestros pecados, debemos
preparar el camino del Rey. Mientras lo hagamos, vendrá a nosotros
el poder del Espíritu. Necesitamos la energía del Pentecostés, y ella
vendrá porque el Señor prometió enviar su Espíritu.
Nos esperan tiempos peligrosos. Todo aquel que tiene conoci-
miento de la verdad deberá despertarse y colocarse en cuerpo, alma y
mente bajo la disciplina de Dios. El enemigo nos persigue; debemos
estar bien despiertos y prevenidos contra él; debemos revestir la
armadura completa de Dios; debemos seguir las directivas que nos
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han sido dadas por el espíritu de profecía. Debemos amar la verdad
presente y obedecerla. Esto nos preservará de aceptar graves errores.
Dios nos ha hablado por su Palabra, por los testimonios enviados
a la iglesia y por los libros que han contribuido a explicar nuestro