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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
divina, “es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir,
para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de
Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra”.
2
Timoteo 3:16, 17
. Tomad la Biblia como libro de estudio. Cada cual
puede entender sus instrucciones.
Insto a nuestros predicadores, a nuestros médicos y a todos los
miembros de nuestras iglesias, a que estudien las lecciones dadas
por Cristo a sus discípulos, precisamente antes de su ascensión. Esas
lecciones contienen instrucciones que el mundo necesita.
La vida eterna sólo se obtiene comiendo la carne y bebiendo
la sangre del Hijo de Dios. Cristo declaró: “De cierto, de cierto
os digo: El que cree en mí tiene vida eterna... Yo soy el pan vivo
que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para
siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la
vida del mundo... El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene
vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es
verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi
carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él... El espíritu es
el que da vida; la carne para nada aprovecha...”
Juan 6:47-63
.
Cristo invita a su pueblo a creer en su Palabra y a ponerla en
práctica. Los que la reciban y la asimilen, haciéndola participar en
cada una de sus acciones y en cada rasgo de su carácter, se harán
fuertes en la fortaleza de Dios. Será evidente que su fe es de origen
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divino. No irán errantes por caminos extraños. Su mente no se
dirigirá a una religión de sentimiento y emoción. Delante de los
ángeles y de los hombres, se presentarán con caracteres cristianos,
fuertes y consecuentes.
En el incensario de oro de la verdad tal cual es presentada en
las enseñanzas de Cristo, tenemos lo necesario para convencer y
convertir las almas. Presentad, en la sencillez de Cristo, las verdades
que él vino a proclamar a este mundo; y se hará sentir el poder de
nuestro mensaje. Nunca presentéis teorías que Cristo no mencionó
y que no tienen ningún fundamento en la Biblia. Tenemos que
presentar verdades grandes y solemnes. “Escrito está”, es la prueba
de la cual toda alma debe darse cuenta cabal.
Todavía pueden los hombres aprender las cosas que conciernen a
su paz y escuchar la voz de la misericordia que les dice: “Venid a mí
todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar.