Página 299 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Peligros de la ciencia especulativa
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Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas”.
Ma-
teo 11:28-30
. Sólo cuando se nos imparte vida espiritual, podemos
encontrar descanso y bienestar permanentes. Debemos poder decir
en medio de la tempestad y el turbión: “Mi ancla está segura”.
Para ser guiados, vayamos a la Palabra de Dios. Busquemos un
“así dice Jehová”. Nos hemos hartado de métodos humanos. Una
mente formada solamente por la ciencia del mundo es incapaz de
comprender las cosas de Dios. Mas la misma mente, convertida y
santificada, verá la potencia de Dios en su Palabra. Solamente el
corazón y la mente purificados por la santificación que da el Espíritu
pueden discernir las cosas celestiales.
Hermanos míos, en el nombre del Señor, os ruego que os des-
pertéis y comprendáis vuestro deber. Someted vuestros corazones
al poder del Espíritu Santo y serán hechos susceptibles de recibir
la enseñanza de la Palabra. Entonces podréis comprender las cosas
profundas de Dios.
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¡Quiera Dios colocar a su pueblo bajo la dirección de su Espíritu,
hacerle comprender el peligro al cual está expuesto e inducirle a
prepararse para lo que ha de venir sobre la tierra!
Estudien el Apocalipsis
El Señor le dio a conocer a Juan las cosas que veía útiles para
su pueblo de los últimos días. Las instrucciones que le diera están
consignadas en el libro de Apocalipsis. Los que quieran ser colabo-
radores de nuestro Señor y Salvador Jesucristo manifestarán intenso
interés en las verdades contenidas en ese libro. De viva voz y por
escrito, se esforzarán en explicar las cosas maravillosas que Cristo
vino a revelar.
“La revelación de Jesucristo, que Dios le dio, para manifestar a
sus siervos las cosas que deben suceder pronto; y la declaró envián-
dola por medio de su ángel a su siervo Juan, que ha dado testimonio
de la palabra de Dios, y del testimonio de Jesucristo, y de todas las
cosas que ha visto. Bienaventurado el que lee, y los que oyen las
palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas; porque
el tiempo está cerca”.
Apocalipsis 1:1-3
.