Página 310 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
actividad constante, no habrá ningún adelanto en la vida de piedad,
ningún logro de la corona del vencedor.
La evidencia más imponente de la caída del hombre de un estado
más sublime es el hecho de que cuesta tanto regresar. La vía de
regreso se gana sólo luchando arduamente, pulgada tras pulgada,
hora tras hora. Por un momentáneo ejercicio de la voluntad, uno se
puede colocar bajo la influencia del mal; pero se necesita más que un
ejercicio momentáneo de la voluntad para quebrantar las ligaduras y
llegar a vivir una vida más noble y santa. Podemos haber hecho la
determinación y empezado la obra; pero lograr el objetivo requiere
esfuerzo, tiempo, y perseverancia, paciencia y sacrificio.
Acosados por innumerables tentaciones, nosotros debemos re-
sistir con tesón, de lo contrario seremos conquistados. Si llegáramos
al final de la vida sin haber concluido nuestra obra, esto significaría
una pérdida eterna para nosotros.
La santificación de Pablo fue el resultado de una batalla cons-
tante contra el yo. Dijo él: “Cada día muero”.
1 Corintios 15:31
.
Su voluntad y sus deseos diariamente chocaban con el deber y la
voluntad de Dios. En lugar de dejarse llevar por sus inclinaciones,
hacía la voluntad de Dios, sin importarle cuánto crucificara esto su
propia naturaleza.
Dios conduce a las personas paso a paso. La vida cristiana es
una batalla y una marcha. En este conflicto no hay tregua; nuestros
esfuerzos han de ser constantes y perseverantes. Es por medio de
un esfuerzo incesante que podremos mantenernos victoriosos sobre
las tentaciones de Satanás. La integridad cristiana ha de procurarse
con energías tesoneras y mantenerse con un propósito resuelto y
obstinado.
Nadie será llevado al cielo sin un esfuerzo tenaz y perseverante
de su parte. Todos han de empeñarse personalmente en este conflicto.
Somos responsables individualmente por el resultado de la lid; si
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Noé, Job, y Daniel estuviesen en medio de la tierra, ellos por su
justicia no podrían librar ni a hijo ni a hija véase
Ezequiel 14:12-14
.
La ciencia que debe dominarse
Hay una ciencia del cristianismo que debe dominarse; es una
ciencia más profunda, más amplia, más elevada que ninguna otra