Página 313 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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La importancia de buscar el verdadero conocimiento
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alma ante él. Nos rodean los peligros; y estaremos seguros única-
mente si nos damos cuenta de nuestra debilidad y nos apoyamos con
fe firme en nuestro poderoso Libertador.
Los intereses más importantes requieren atención
Debemos apartamos de los miles de temas que nos llaman la
atención. Hay asuntos que absorben tiempo y suscitan la investi-
gación, pero que terminan en nada. Los intereses más importantes
requieren la atención cuidadosa y la energía que demasiado a menu-
do se dedican a cosas que son comparativamente insignificantes.
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La aceptación de nuevas teorías no le brinda nuevos bríos al alma.
Aun el conocimiento de hechos y teorías de por sí importantes son de
poco valor, a no ser que se les dé un uso práctico. Necesitamos estar
conscientes de nuestro deber de darles a nuestras almas el alimento
que nutra y estimule la vida espiritual.
Conocimiento personal de Cristo
“Toda palabra de Dios es limpia; él es escudo a los que en
él esperan. No añadas a sus palabras, para que no te reprenda”.
Proverbios 30:5, 6
.
No estamos cumpliendo la voluntad de Dios cuando conjetu-
ramos acerca de cosas que él ha escogido ocultamos. La pregunta
que debe estudiarse es esta: “¿Cuál es la verdad, la verdad para este
tiempo, que ha de atesorarse, amarse, honrarse y obedecerse? Los
devotos de la ciencia han fracasado y se han desilusionado en sus
esfuerzos por descubrir a Dios. Lo que necesitan preguntarse pre-
sentemente es: “¿Cuál es la verdad que nos capacitará para ganamos
la salvación de nuestras almas?”
Cristo reveló a Dios a sus discípulos de una manera tal que
realizó una obra especial en sus corazones, como la que él nos ha
estado instando que le permitamos hacer en los corazones nuestros.
Hay muchos quienes, al espaciarse demasiado en las teorías, han
perdido de vista el poder viviente del ejemplo de nuestro Salvador.
Lo han perdido de vista a él como obrero humilde y abnegado. Lo
que ellos necesitan es contemplar a Jesús. Nos hace falta a diario