Página 320 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
“Mucha paz tienen los que aman tu ley,
Y no hay para ellos tropiezo.
Tu salvación he esperado, oh Jehová,
Y tus mandamientos he puesto por obra.
Mi alma ha guardado tus testimonios,
Y los he amado en gran manera”.
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“He deseado tu salvación, oh Jehová,
Y tu ley es mi delicia.
Viva mi alma y te alabe,
Y tus juicios me ayuden”.
“Por heredad he tomado tus testimonios para siempre,
Porque son el gozo de mi corazón”
Salmos 119:1-6, 9, 30, 11,
45, 18, 24, 72, 97, 54, 129,
130, 98-104, 140, 160,
165-167, 174, 175, 111.
Auxiliar para el estudio de la naturaleza
El que tiene un conocimiento de Dios y su Palabra por experien-
cia propia está preparado para dedicarse al estudio de las ciencias
naturales. Acerca de Cristo está escrito: “En él estaba la vida, y la
vida era la luz de los hombres”.
Juan 1:4
. Cuando Adán y Eva en
el Edén perdieron sus vestimentas de santidad, perdieron la luz que
había iluminado la naturaleza. No podían ya leerla correctamente.
Pero para aquellos que reciben la luz de la vida de Cristo, la natura-
leza vuelve a iluminarse. En la luz que brilla de la cruz, podemos
interpretar correctamente las enseñanzas de la naturaleza.
El que tiene un conocimiento de Dios y su Palabra tiene una
fe que está asentada en la divinidad de las Sagradas Escrituras. No
mide la Biblia a la luz de los conceptos científicos. Al contrario,
somete esos conceptos al escrutinio de la norma inequívoca. Sabe
que la Palabra de Dios es la verdad, y la verdad nunca se contradice
a sí misma; lo que de la enseñanza de la presunta ciencia contradice
la verdad de la revelación de Dios es mera conjetura o su posición
humana.