Página 46 - Testimonios para la Iglesia, Tomo 8 (1998)

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Testimonios para la Iglesia, Tomo 8
caer sobre el mundo. El mensaje de verdad ha de ser proclamado
por labios tocados por un carbón encendido del altar divino.
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Mi corazón se llena de angustia cuando pienso en los mensajes
tibios que dan algunos de nuestros ministros, cuando llevan un men-
saje de vida o muerte. Los ministros están dormidos; los miembros
laicos también; y el mundo perece en el pecado. Que Dios ayude a su
pueblo a despertarse, a andar y obrar como hombres y mujeres que
están en el umbral del mundo eterno. Pronto una terrible sorpresa
sobrecogerá a los habitantes del mundo. Cristo vendrá repentina-
mente, con poder y grande gloria. Entonces no habrá tiempo para
prepararse para recibirlo. Ahora es el tiempo en que hemos de dar el
mensaje de advertencia.
* * * * *
Somos mayordomos a quienes nuestro Señor ausente ha enco-
mendado el cuidado de su familia de fe y sus intereses, que él vino a
esta tierra a atender. Ha regresado al cielo, dejándonos a nosotros
a cargo, y espera que velemos y esperemos por su venida. Seamos
fieles a nuestro cometido para que cuando venga de repente, no nos
halle durmiendo.
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